Análisis y reflexión30/08/2024

Una Iglesia que busca caminos

Mariano Pérez de Ayala reflexiona sobre su nueva etapa en la Amazonia.

Escribo estas líneas tras un primer contacto en estos días con las Iglesias que caminan en la Amazonía, concretamente, la visita a algunas comunidades del territorio Satare-Mawe, en el área de Manaos, y la participación en la jornada inaugural del V Encuentro de la Iglesia en la Amazonía, que se ha celebrado estos días de agosto en esta ciudad. Son por ello unas primeras impresiones que necesitarán posteriores desarrollos.

En primer lugar, se percibe con mucha nitidez que esta Iglesia experimenta que está entrando en un tiempo nuevo. La publicación de “Laudato Si”, la celebración del Sínodo de la Amazonía y el documento “Querida Amazonía”, junto a la celebración del Sínodo sobre la sinodalidad, está suponiendo un profundo proceso de conversión y cambio en las iglesias amazónicas. Es muy evidente el liderazgo del Papa Francisco, punto de referencia en la reflexión y en la praxis de estas comunidades. Y ello sin las reticencias y reservas con que muchas de las enseñanzas del Papa son recibidas en las iglesias del primer mundo, unas veces de manera soterrada, otras veces más a las claras.

Ese cambio se nota en varios aspectos. Una iglesia que quiere vivir de una manera encarnada su presencia en los pueblos de estas tierras, de manera especial en los más vulnerables y marginados: los pueblos originarios y las culturas indígenas. Es una iglesia que no busca tanto defender sus privilegios o posiciones, sino caminar junto al pueblo y acompañarlo en sus esperanzas, en la defensa de sus derechos y de su cultura. Una iglesia menos autorreferencial, como nos indica el Papa, una iglesia en salida y misión. Una misión que supone anunciar la verdad liberadora de Jesucristo y el trabajar con el pueblo en la construcción de una sociedad que respete la dignidad de todos los seres humanos.

La importancia del cuidado de la casa común. En la Amazonía la defensa de la casa común es la defensa de la vida, pues no olvidemos que la destrucción de este territorio tan amenazado, afecta al sistema bioclimático de todo el planeta. Defender la casa común es poner freno a la destrucción sistemática y acelerada del hábitat amazónico, la preservación de sus bosques y la protección de sus ríos, junto a la protección de los modos de vida de los pueblos indígenas, realidades amenazadas por un sistema económico que busca tan solo la explotación salvaje de los recursos que atesoran estas tierras.

Una Iglesia que quiere caminar en clave de sinodalidad.  La celebración del Sínodo de la Amazonía y la posterior del Sínodo sobre la sinodalidad, está suponiendo un auténtico cambio en la manera de entender la organización y las relaciones internas en la Iglesia. Tengo la impresión que, así como en nuestra iglesia española la sinodalidad está calando poco como nueva manera de entender la organización eclesial, no ocurre así por estas latitudes. El creciente papel del laicado, la aparición y consolidación de ministerios sin los que no sería posible hoy el anuncio del evangelio y la celebración de la fe, son buen ejemplo de este nuevo espíritu.

Me sorprendió de una manera especial la celebración de apertura del Encuentro al que antes me referí. Una celebración en la que los obispos presentes se encontraban mezclados con el resto de los participantes, el uso de símbolos encarnados en la cosmovisión de estos pueblos y mujeres que rociaban con agua bendita a todos los que participábamos, incluidos obispos y presbíteros. Todo ello con lenguaje inteligible para todos en las oraciones y cánticos.

Tras siglos de predominio de las iglesias europeas, quizá deberíamos mirar más a estas comunidades eclesiales donde el Espíritu sopla con fuerza en nuevas formas de entender la misión de anunciar el Evangelio de Jesucristo.