Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer25/11/2024

Veintiséis años favoreciendo la igualdad por una sociedad libre de violencia de Género

Anabel Molina González, responsable del Programa de Mujer de Cáritas Diocesana de Jaén, reflexiona sobre la complejidad de abordar las violencias machistas en el contexto del 25N.

La verdad es que escribir una entrada en el blog para el 25N me parece una tarea tan complicada como necesaria. Es muy difícil abordar el tema de las violencias machistas sin repetir conceptos con los que, entiendo, todas y todos estamos muy familiarizadas, pero que a su vez parecen tan complicados de asimilar a la vista de los datos que reflejan acciones, desigualdades y asesinatos que, día tras día, se repiten en nuestra sociedad:

41 mujeres asesinadas, 12 menores de edad y 30 niños y niñas huérfanas son las escalofriantes cifras que deja este 2024 en nuestro país, a falta de poco mas de un mes para finalizar el año.

Este año se han cumplido veintiséis años desde que el programa de mujer inició su andadura en la Diócesis de Jaén, comenzando a responder de forma específica a las mujeres víctimas de violencia, ante la inexistencia de legislación vigente por aquel entonces.

Es incuestionable la importancia de tener presente que como sociedad no podemos entender la violencia de género únicamente como aquella que es ejercida por una pareja sentimental hacia una mujer. La violencia por cuestiones de género abarca muchos tipos de violencia que se ejercen hacia la mujer por el mero hecho de serlo. Hablamos de violencia física, psicológica y emocional. Hablamos de los diferentes tipos de violencia sexual (agresiones, violaciones, prostitución). Hablamos también de la violencia vicaria, violencia económica, violencia obstétrica, laboral, mediática e institucional, entre otras.

Por ello, durante este tiempo, la respuesta del Programa de Mujer de Cáritas Diocesana de Jaén ha ido creciendo con las muchas historias de vida acompañadas en estos años, dando como resultado los tres proyectos actuales: Plataforma de Ayuda a la Mujer Embarazada, Proyecto Candela -para el acompañamiento a mujeres en contextos de prostitución y trata, y nuestro recurso residencial, Casa Besana. En todos ellos hemos podido vivenciar las historias de violencia que muchas mujeres, niños y niñas llevan a sus espaldas. Son historias de violencia que en el caso de mujeres inmigrantes comienzan muchas veces en los países de origen, que continúan durante el trayecto migratorio y que, desgraciadamente, se perpetúan y continúan en la llegada al país de destino, en este caso el nuestro.

Además de las consecuencias físicas, emocionales, sociales y personales de haber sido víctimas de violencia, las mujeres y familias que acompañamos tienen muchas otras barreras que superar día a día. Dificultades por ser mujer, migrante y dificultades por ser familia monomarental, entre otras. Día a día se encuentran con obstáculos administrativos, formativos, laborales, de vivienda, entre otros, y que, unidos a la dificultad de conciliación laboral y familiar -cuando tienen niños y niñas que dependen únicamente de ellas-, resulta un laberinto del que parece casi imposible salir. Existen pocos empleos con un horario que te permita dejar y recoger a tus hijos del colegio y estar con ellos en las horas no lectivas, o con un sueldo que haga posible contratar a otra persona para cuidar de tus hijos cuando tú estás trabajando. Al no contar con apoyo familiar ni social, en muchas ocasiones tienen que elegir entre estas dos cuestiones o acceder a empleos precarios y mal remunerados, con los que apenas si pueden hacer frente a los gastos de vivienda y alimentación, continuando así en una situación de dificultad social mantenida en el tiempo. Paralelamente, se encuentran en un proceso de restablecimiento físico y emocional, recuperándose de la dependencia emocional, sufriendo en muchos casos estrés postraumático y lidiando con la ansiedad y el estrés acumulados por la experiencia de violencia.

Desde el Programa de Mujer de Cáritas creemos en la importancia de continuar trabajando en la prevención e identificación de la violencia, siendo crucial el visibilizar las muchas formas en que se presentan las violencias machistas, así como la importancia de las consecuencias transversales que, en la mayoría de los casos, quedan invisibilizadas.