Desde mi perspectiva como mujer voluntaria…
La mujer tiene una enorme capacidad de ejercer distintas responsabilidades: El trabajo en la familia, el trabajo dentro del ámbito profesional y un firme voluntariado en Cáritas, sin deterioro en ninguno de los ámbitos.
«Mi nombre es Ana María Juliá Tolrá
Fui, soy y seguiré siendo voluntaria de Cáritas. Empecé joven, con una vida por delante y he llegado a la vejez.
No me asusta la palabra vejez, para mi es un orgullo de permanencia, pues este año cumpliré 57 años de voluntariado en Cáritas y seguiré hasta que Dios me lo permita.
No voy a escribir mi curriculum, no es el caso, pues será más o menos como el de otros muchos voluntarios, pero si quiero hacer alguna anotación.
Nací en Barcelona y allí, a los 18 años siendo estudiante, empecé mi etapa de voluntariado, aunque no era en Cáritas, eran otras instituciones que también se dedicaban a los más desfavorecidos. Esto me sirve para:
- Hacer un guiño a los jóvenes. Se puede hacer voluntariado cuando estás estudiando, más adelante, también, cuando ya tienes un trabajo profesional.
- Exponer mi criterio como mujer. La mujer tiene una enorme capacidad de ejercer distintas responsabilidades. En mi caso sería: El trabajo en la familia, el trabajo dentro del ámbito profesional y un firme voluntariado en Cáritas, sin deterioro en ninguno de los ámbitos. Tal vez, en mi caso, siempre he tenido la ayuda del “voluntario involuntario” que me saca de apuros, y la ayuda del personal que trabaja en Caritas, que me ha solucionado todo a lo que se refiere a la técnica, de la que yo, sinceramente, soy un desastre.
- Mi voluntariado. Empieza cuando traspaso las puertas de mi parroquia y entro en la comunidad. Camino con todos, con el creyente y con el ateo, con el de mi religión o de otras religiones, con personas de diferentes signos políticos, caminamos todos juntos, en favor de los últimos, de los más olvidados, de los más desfavorecidos.
Debo decir que nunca, nunca, me he dedicado a catequizar a nadie, basta con que tu vida de ejemplo. Todos ellos, de alguna forma, me han enseñado a caminar por la vida.
Todo, junto a mi interés por la formación, han hecho que 57 años hayan pasado como un suspiro y que ahora, el último aliento esté en el proyecto de Persona Privadas de Libertad de Caritas Diocesana»