Instantes de fraternidad, reflejos de eternidad
El manantial de acción que brota de la profunda vulnerabilidad.
Cuando la vulnerabilidad se hace presente en nuestra vida o en la de otras personas que nos rodean, aparece la invitación a sentirnos entrelazados, física, mental o emocionalmente.
Esta necesidad que brota del corazón, nos hace movernos a DAR y a RECIBIR, más allá de lo imaginable.
Preguntamos a varios de nuestros compañeros y compañeras a dónde les lleva la palabra fraternidad y este ha sido el resultado.
¡Gracias infinitas por vuestra maravillosa colaboración y por poner al servicio lo más valioso… la experiencia de vida!”
“Hace tiempo que no veo a muchos de mis amigos porque se han ido a trabajar fuera, sin embargo, siento su presencia en mí permanentemente, me siento acompañado”.
Gerardo Lobo (Servicio de Administración)
“Cuando me operé, algunos vecinos de mi barrio me sorprendieron con la belleza de sus detalles inesperados.
Donde compró café habitualmente, al conocer la situación a la que tenía que hacer frente en los siguientes días, me prepararon un paquete de chocolates con mensajes de ánimo.
Los trabajadores de la panadería también se implicaron, ofreciéndose a llevarme lo necesario a casa todos los días”
Marta López (Servicio de Administración)
“El otro día me tocó atención en la entrada de Servicios Generales. Vinieron distintas personas.
Experimenté una imperiosa necesidad de empatizar completamente con cada uno de ell@s, más allá de mi posibilidad de ofrecerles una solución.”
María José Calvo (Servicio de Desarrollo de Personas)
“Al pensar en la fraternidad, me vienen varias cosas a la mente;
La primera, tengo doce años…
Corremos al colegio juntas, como casi siempre vamos justas y hay un buen trecho. Mi hermana gemela Isi y yo, siempre nos damos la mano para cruzar. Cada una mira a un lado y nos avisamos… ¡YA!… Corremos cogidas, necesitamos cuidarnos una a la otra.
Me viene el recuerdo también de mi baja laboral…. mis compañeros y compañeras me mandaban mensajes, palabras, dibujos, fotos… sin esperar ni tan siquiera que yo les respondiera.
Cada uno de los mensajes me hacía sentir que me acompañaban y que deseaban para mí, todo lo mejor.
Hace unos días volviendo de las vacaciones…
Estaba en la furgoneta con Jose (mi marido). Empezamos a charlar sobre cómo nos sentimos, qué estamos viviendo cada uno en esta etapa de nuestra vida y cómo vemos a nuestros hijos…
Sentí como se abrió un diálogo de escucha profundo y respetuoso.
Aunque hubo cosas en las que no estábamos de acuerdo, no se produjo discusión. De repente, solo pude sentir que estaba ahí para acompañarle en su camino sin juzgarle. Solo deseo ofrecerle paz y amor.
Para mí la fraternidad, es una palabra suave y dulce que arrastra a compartir la alegría y el amor que llevamos en nuestro corazón.
Gracias a todas las personas que me han regalado instantes de fraternidad”.
Sara García (proyecto Espacios con Corazón)