Ayuda a mujeres víctimas de trata
Programa Amanecer de Cáritas Astorga.
Llegó a España siendo una menor de 16 años para trabajar en hostelería, pero fue engañada y prostituida; el programa Amanecer le ha ayudado a comprender su situación y a obtener herramientas para volver a ser una mujer fuerte e independiente.
Soy una mujer dominicana que nací hace 53 años en una familia de 10 hermanos siempre rodeados de hambre, violencia, soledad, violaciones, trabajo para conseguir algo para comer y nunca fuimos a la escuela. De mi infancia tengo pocos recuerdos bonitos, alguno de jugar con mis hermanos en la playa con las caracolas. Alguna vez llegaba mi padre con un pollo, una libra de arroz y unas habas. Recuerdo lo mucho que teníamos que esperar a que ablandaran esas habas para poder, por fin, comer. A los 13 años fui mamá de mi primera hija. En el año 1985, con apenas 16 años, acepté venir a España para que mi hija tuviera otras oportunidades. Mi niña se quedaría con mi madre y yo trabajaría aquí en la hostelería y haciendo limpieza. Lo que yo no sabía es que lo que me tenían aquí reservado era incluso peor que lo vivido.
Historias como la suya vienen sucediendo desde hace mucho tiempo, a pesar de que estas situaciones empezaron a perseguirse legalmente tras la aprobación por parte de la ONU en el año 2000 del Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas.
La trata de personas con fines de explotación sexual está indisolublemente unida a la prostitución, la violencia, la pobreza y la inmigración. Todos estos ingredientes abastecen aún hoy en día el negocio de la prostitución. Y la mayoría de las mujeres que la sufren sufrieron múltiples violencias previas. El círculo interminable de la prostitución es el mismo que el de la violencia.
Atrapa a las mujeres en una red difícil de romper, anuladas sus capacidades de mejorar, de creer que es para lo único que valen, culpabilizadas por su situación y con la ilusión de que la situación cambie, que solo será temporal.
Junto con una amiga, llegamos a Portugal y para cruzar la frontera y llegar a Ponferrada nos llevaron por carreteras ocultas, cruzando ríos helados y a pie para esquivar los controles policiales. Nos esperaba mi prima y por eso confiamos. Ella era la que nos había enviado el dinero para el billete e hizo todos los trámites necesarios, lo que supuso 30.000 pesetas de entonces. ¿Cómo alguien que nos ayudaba tanto nos iba a hacer nada malo? Al día siguiente nos llevaron a un local muy raro, lleno de luces y máquinas luminosas. El uniforme era muy extraño: minifalda, suéter muy corto… No sabía lo que era un club. Allí mi prima me explicó que teníamos que hablar con hombres que entraban para ligar, que era muy fácil y que teníamos que hacerlo para devolver el dinero y recuperar toda la documentación que nos habían quitado en el viaje.
Conoció el programa Amanecer, que gestiona Cáritas en Ponferrada (León), años más tarde supo que lo que le pasaba tenía un nombre, trata, que la mayoría de mujeres prostituidas lo estaban sufriendo y que estaban vulnerando sus derechos humanos.
Desde Amanecer me acompañaron sin juzgarme, me escucharon, me ayudaron a descubrir mis fortalezas, las que me ayudaron a soportar todos esos horrores y seguir adelante. Me han ayudado mucho a comprender lo que he vivido. Y tienen que seguir ayudando, porque siguen llegando mujeres y niñas extranjeras, pobres, con hijos, para ser prostituidas y, si denuncian y exponen sus vidas y las de sus familias, serán reconocidas como víctimas y restituidos sus derechos.
Eso es también violencia. ¿Cómo se puede poner el peso sobre nuestros hombros para demostrar e inculpar al agresor, al proxeneta y al explotador poniendo en riesgo nuestras propias vidas? Mi vida ha sido triste. Es algo que nunca he olvidado, me cuesta muchísimo, porque quiero olvidarlo y no puedo. No me traumatiza ya, pero me cuesta olvidar. No quiero que ninguna mujer viva esta situación. Ni quiero que ninguna sociedad lo considere como una forma de ganarse la vida,
mientras que condenan con energía la violencia contra la mujer. Ahora, gracias a Amanecer, reconozco mis derechos y tengo fuerza para defenderlos.
Como muchas miles de mujeres, sufren o han sufrido violencia, maltrato, humillaciones, hambre, enfermedad en un entorno en el que la sociedad ha decidido no ver, ni tan siquiera mirar. En un limbo de alegalidad en el que se permite que sigan siendo prostituidas y que convierte a España en el tercer país del mundo en consumo de prostitución.
La sociedad española condena con rotundidad la violencia machista, pero olvida, en muchos casos, que la prostitución es la forma más extrema de esa violencia contra las mujeres, asumida por muchos como un consumo habitual que perpetúa, mantiene y alienta esa otra violencia.
Programa Amanecer
El programa Amanecer de Cáritas Astorga, que se coordina desde Ponferrada en más de 170 municipios de León y Zamora, ayuda a la mujer víctima de trata y/o en contexto de prostitución y ofrece acompañamiento a estas mujeres para resolver, sin juzgar, sus necesidades, restituir sus derechos negados y visibilizar su situación. Amanecer las acompaña para reducir el impacto del estigma social de la prostitución, apoyando el empoderamiento, el autoreconocimiento y la autovaloración de estas mujeres, que tienen muchas, muchas fortalezas.
La situación administrativa irregular, la inaccesibilidad a recursos oficiales y la imposibilidad de acceder a alquiler de vivienda, ahonda más en su crítica situación. Se ven obligadas a vivir
retenidas en clubs o pisos de prostitución en los que además generan deudas con los dueños y con sus proxenetas. Los dañinos efectos sociales y económicos de la pandemia de la Covid-19 han agravado aún más esta situación. Un trabajo ingente en esfuerzo humano y económico que en los últimos meses se ha debido redoblar para atender a más y más mujeres en situación crítica.