En los últimos meses estamos asistiendo, no solo a un agravamiento de conflictos armados a nivel mundial, sino a un retroceso sin precedentes en la capacidad de las organizaciones humanitarias para acceder a la población civil afectada. Es lo que se conoce como “el acceso humanitario”, que se asienta en los principios de neutralidad, imparcialidad, independencia y humanidad que rigen el desempeño de las organizaciones humanitarias. Esto quiere decir que la entrada en una zona en conflicto y la atención humanitaria a la población afectada por cualquiera de las partes, debe ser garantizada porque no altera ni desequilibra la dinámica del enfrentamiento.

Sin embargo, los intereses de las partes enfrentadas impiden en ocasiones el acceso, cuestionando la neutralidad de las organizaciones humanitarias. Leyes de control o regulación, impedimentos burocráticos, control bajo razones de seguridad o cuestionamiento ante la población hace que las organizaciones humanitarias no puedan ejercer su labor de socorrer de manera eficaz y eficiente.

Los actores en la contienda limitan también el acceso por omisión, cuando no garantizan la seguridad del personal humanitario, en países donde grupos armados no estatales tienen el control de un territorio, como sucede en de Burkina Faso, Haití o Colombia.

Para poder atender a quienes se encuentran en esas zonas, las organizaciones nos vemos obligadas a invertir recursos en reforzar nuestras medidas de seguridad y mitigar en lo posible los riesgos que enfrentamos.

6,6 millones de euros para ayuda humanitaria

Cáritas, en particular, gracias a su arraigo, a su permanencia en los territorios, a su capacidad de mediación y al apoyo de las comunidades afectadas, ha logrado acceder a zonas de alto riesgo y garantizar la asistencia humanitaria de miles de personas. En 2023 ha destinado 6.6 millones de euros a proyectos de Asistencia Humanitaria en zonas de conflicto o afectadas por emergencias.

Personal humanitario en riesgo

A pesar de poner el foco en esta realidad y demandar la implicación activa de gobiernos y actores internacionales, cientos de trabajadores/as humanitarios sufren agresiones cada año, dejando  a la población afectada a merced de intereses geoestratégicos. Según datos del Aid Worker Security Report, los ataques a personal humanitario registraron una cifra récord en 2023: 568 personas fueron víctimas de asesinatos, agresiones o secuestros. Compañeros y compañeras de Cáritas Colombia, Cáritas Haití, Cáritas Ucrania, OCADES-Cáritas Burkina, entre otros, sufren periódicamente ataques u hostigamientos. En el día mundial de la Asistencia Humanitaria queremos recordar que el acceso humanitario seguro debe ser garantizado.

Foto: Cáritas Jerusalén