Educación Presencial SÍ, pero segura
La educación es una de las herramientas clave en el proceso de igualdad de oportunidades y no debe dejar a ningún niño o niña atrás a pesar de la pandemia.
Desde Cáritas nos preocupan los miedos que enfrentan muchas de las familias que acompañamos en esta “Vuelta al Cole” tan diferente en este año. Miedos que surgen en los adultos y son reproducidos o acompañados por parte de los niños, niñas y adolescentes.
La crisis que vivimos nos ha enseñado, sobre todo a las infancias y adolescentes que la vida puede pararse en un momento, que el personal docente es fundamental para un aprendizaje significativo en donde la cercanía es clave, que internet es mucho más que redes sociales, que tiene muchas respuestas, pero que el pensamiento crítico es fundamental para saber qué preguntas hacer. Que los centros educativos son un escenario en el que no solo se aprende sino también nos relacionamos y desarrollamos como personas.
Sin embargo, muchas de estas familias nos han manifestado que no quieren o que, directamente, no van a llevar a sus hijos e hijas a los centros educativos, aun con la pérdida que esto pueda suponer de generarles mayores desfases curriculares. Otras, nos han declarado que los van a llevar, no sin dosis altas de ansiedad y miedo, debido a la necesidad de conciliar.
En una encuesta interna realizada en 15 Cáritas de 11 Comunidades Autónomas, dirigida a chicos y chicas que acompañamos desde los 6 hasta los 18 años de edad, el 26% de éstos manifestaban que su prioridad para volver a la “normalidad” era ir al cole o al instituto. Por encima de ir a pasármelo bien con mis amistades u otro tipo de actividades. Al mismo tiempo, en esta misma encuesta nos encontramos con el dato de que un 66% de estos mismos niños, niñas y jóvenes manifestaban que el miedo a contagiarse ellos o familiares cercanos, era mucho mayor que cualquier otro miedo. Es decir, la crisis actual nos ha traído la incertidumbre de poder contagiarnos y enfermar en cualquier momento: el miedo, casi permanente a que esto ocurra, nos acompaña.
Una de las preocupaciones que tenemos desde Cáritas es el hecho de que estos niños y niñas se estén quedando atrás en el ámbito educativo, lo que en muchos casos puede significar perpetuar su situación de pobreza y exclusión. La educación es una de las herramientas clave en el proceso de igualdad de oportunidades que disponemos en los estados de bienestar y un instrumento eficaz para evitar la transmisión intergeneracional de la pobreza. De tal forma que, la suspensión de las clases presenciales derivada del estado de alarma y que se sustituyó por la docencia virtual, ha demostrado que nuestro sistema educativo no estaba suficientemente preparado. Entendiendo que la efectividad de la educación presencial es importante en todos los ciclos educativos, ésta es mayor, a medida que la edad de los niños y niñas decrece. Es decir, compartimos la idea de que la presencia en edades más tempranas es más necesaria si cabe. Sin dejar atrás a ningún niño, niña o adolescente en donde entendemos que la presencialidad es cercanía, naturalidad y humanidad en el aprendizaje y en las relaciones sociales tan importantes para nuestro desarrollo.
Por lo tanto, desde Cáritas, ahora más que nunca, entendemos que el gran reto, más que en ningún otro momento si cabe, es el de acompañar a las familias, de forma que sus miedos no les bloqueen, para lo cual es importante implicarlas en la educación de sus hijos e hijas y garantizar que éstos puedan mantener ciertos hábitos y estructuras necesarias para que puedan llevar a cabo su propio proceso educativo y de autonomía, así como ser un apoyo emocional y de esperanza.
Asimismo, es fundamental implicar a los Centros Educativos, a los gobiernos y a las administraciones públicas competentes en generar e invertir una educación de calidad y presencial, SÍ, pero con garantías de seguridad para todos los niños, niñas y sus familias. Algo que hoy por hoy no se está demostrando en todos los centros educativos y que nos preocupa especialmente en aquellos situados en las zonas más vulnerables. Son las administraciones públicas competentes los garantes del DERECHO A LA EDUCACIÓN que y nos preocupa que no se estén poniendo todas las condiciones para que efectivamente éste Derecho pueda ejercerse en condiciones mínimas de seguridad y transparencia.
Por eso, desde Cáritas hemos planteado la necesidad de establecer unas Jornadas de trabajo que nos emplazan a finales del mes de septiembre a toda la Confederación a reflexionar sobre los retos que como Cáritas tenemos en romper con la desigualdad educativa y con esos miedos que inquietan a los niños, niñas y familias que acompañamos.
Porque la necesidad de sentirnos seguros, siempre ha sido fundamental y, en éstos momentos, creemos que con mayor razón. Las personas necesitan (necesitamos) espacios que nos generen seguridad y confianza. Para lo cual, fomentar la cercanía y la confianza de que las infancias, los jóvenes y sus familias sepan que estamos ahí y que vamos a continuar estando es fundamental.
Se trata, en definitiva, de la necesidad de humanizar el sistema educativo y de que llegue realmente a todos los niños y niñas, no dejando a ninguno atrás.