Acción social04/12/2024

El sótano de la vergüenza

Liliana, su marido y sus cuatro hijos viven en una habitación subterránea de veinte metros cuadrados en Palma de Mallorca.

Liliana tiene 38 años y es de Colombia. Llegó a España con su familia en noviembre de 2023. Actualmente reside en Palma de Mallorca y se encuentra en una situación administrativa irregular. Pese a ello, consigue trabajos esporádicos. Participa en un curso de formación para cuidadores de personas mayores de Cáritas Mallorca.

Su familia se compone de su marido y cuatro hijos. La mayor tiene 20 años, y los siguientes 16, 15 y 3 años. Vive en una habitación que se encuentra en un sótano de menos de 20 metros cuadrados. En esa estancia están los seis miembros de la familia, ya que no hay separaciones. El baño y la ducha también están en ese espacio. «Los mayores lo entendemos un poquito, pero los niños necesitan un espacio, por lo menos cuando se van a vestir o a bañar», cuenta Liliana. 

«Las niñas me dicen que quieren su habitación, un lugar para sus zapatos. Es duro. El niño también me dice que quiere su pieza donde tener sus cosas ordenadas, donde pueda tener un bolso colgado…, pero no la hay. Y no podemos. Primero es la plata que no alcanza y tampoco tenemos papeles. Nos piden muchos papeles cuando vamos a ver un piso. Yo he ido a varios pisos y lo primero que preguntan es qué papeles tienes. Les dices “pasaporte” y te dicen “no, lo siento”, se lamenta esta madre de familia.

Un subterráneo sin luz 

Es un subterráneo sin luz natural y sin aireación. Han tenido bastantes problemas de salud, como los continuos refriados de la pequeña. «Cuando uno dura mucho tiempo en una habitación así, la gente se empieza a amarillarse, entonces eso también es dañino. Cuando salgo a la luz con mi bebé me preguntan «¿por qué está tan amarilla?» Eso me tiene a mí muy preocupada porque vivimos con una lucecita y eso que todo lo que hay. Llevamos tiempo bregando sobre la energía porque no nos está funcionando bien», añade.

Vecinos de sótano

La falta de aireación aumenta la condensación y la humedad. Eso también supone unas temperaturas muy elevadas en verano y tienen que dejar la puerta abierta de casa para poder tener un poco de corriente. Tienen un problema de agua estancada en el pasillo que comparten con otros vecinos, que también están viviendo en los sótanos.

Liliana y su familia solo tienen un deseo: encontrar un piso más grande, en condiciones dignas y espacio para los niños.

Foto: Cáritas Mallorca