Francisco, el Papa que murió con los zapatos gastados
El delegado episcopal de Cáritas Española, Luis Miguel Rojo Septién, recuerda las líneas maestras que han guiado la vida, el pensamiento y el pontificado de Francisco.
La noticia del fallecimiento del Papa Francisco me sorprendió en el aeropuerto, a punto de tomar un vuelo para Roma. En ese momento, pasó por mi cabeza una especie de película multicolor con muchas escenas de la vida de Francisco. Al mismo tiempo, pasó ante mis ojos una ráfaga de palabras que, a lo largo de su pontificado, le han retratado con precisión: evangelio, pobres, vulnerables, marginados, migrantes, misionariedad, misericordia, compasión, esperanza, paz, casa común, fraternidad, humor…
Las líneas maestras de su pontificado
Quiero destacar, a vuela pluma y como muestra significativa de su papado, tres líneas maestras que forman el meollo de su vida y de su pensamiento:
- La importancia de la comunidad, de formar un pueblo. En su primera aparición pública en el balcón del Vaticano, aquella tarde del 13 de marzo de 2013, el recién elegido Papa pidió al pueblo que rezara por él, antes de impartir la bendición a la gente allí congregada. Ocho meses y medio después, escribió en su programática exhortación Evangelii gaudium: “Dios nos ha elegido como pueblo y no como seres aislados. Nadie se salva solo” (EG 113). Porque todos tienen cabida, independientemente de su raza, lengua o condición. Como pueblo nos reconocemos parte de una historia, y guiados por el Espíritu, se manifiesta el Pueblo de Dios.
- La urgencia de ir a las periferias existenciales y situarse en ellas. Sólo desde ahí podemos conocer de verdad la realidad. La preocupación por los pobres, por los excluidos y descartados, por el dolor y el sufrimiento de todos los caídos en el camino de la vida ha sido una constante en sus palabras y actos. Aquí es necesario recordar dos encíclicas centrales: Fratelli Tutti y Laudato si’. Somos hermanos los unos de los otros y habitamos una casa común. Por tanto, cuidar lo que compartimos y hacerse prójimo del hermano herido son una exigencia para cada uno de nosotros.
- Una Iglesia en salida. Desde la fidelidad al Evangelio y a la herencia recibida, la Iglesia está llamada a una renovación constante. Por eso, es necesario afrontar sus problemas internos, abandonar sus zonas de confort y su paralizante autorreferencialidad, y trabajar por la paz, la justicia y la fraternidad. Para ello, en su exhortación antes citada, nos ofreció estos cuatro principios que han entrado a formar parte del magisterio social y sirven de guía a quien se esfuerza un proyecto común (EG 222-237).
Honremos a Francisco
No hay duda de que el mejor modo de honrar la memoria del papa Francisco es empeñarse en llevar a la práctica sus enseñanzas, tanto con palabra como con las obras. Porque como él mismo enseñó y practicó, la voz tiene que ir acompañada de signos proféticos.
Obstinarse en ofrendar la vida hasta el último aliento, morir con los viejos zapatos gastados, es lo que hizo este Pastor que vino del fin del mundo y que conquistó el corazón del pueblo humilde y sencillo.