La realidad de Cáritas en Gaza: una llamada a la solidaridad
Anton Asfar, secretario general de Cáritas Jerusalén, visita nuestra sede en Madrid y nos cuenta la realidad a la que se enfrenta esta Cáritas hermana en Tierra Santa.
Anton Asfar, secretario general de Cáritas Jerusalén, visita nuestra sede en Madrid y nos cuenta la realidad a la que se enfrenta esta Cáritas hermana en Tierra Santa: «Lo que vivimos día a día es una tragedia humanitaria sin precedentes. La gente no solo ha perdido sus hogares, sino también cualquier medio de subsistencia».
Cáritas Española acompaña desde hace 20 años a Cáritas Jerusalén en sus proyectos de desarrollo y construcción de paz. Este compromiso firme ha permitido seguir brindando apoyo a quienes más lo necesitan en un contexto cada vez más difícil, adaptando continuamente proyectos y fondos disponibles según circunstancias y necesidades. «Con el alto al fuego, nos dimos cuenta de la magnitud de la pesadilla: la destrucción es absoluta, las casas están derruidas, el ganado se ha perdido y los medios de vida han desaparecido». Además, la falta de agua potable ha provocado enfermedades que agravan aún más el sufrimiento de la población.
Cáritas Jerusalén es testigo de esta tragedia. Una de sus trabajadoras, fiel portadora del lema «Ponemos el amor en acción«, murió en un bombardeo en noviembre, junto a 18 personas cristianas inocentes, incluyendo 12 miembros de su familia y su hermana. También fallecieron un farmacéutico y su familia, dejando como única superviviente a su hija. En el campo de refugiados de Nuseirat, dos agentes de Cáritas Jerusalén resultaron heridos, reflejando los peligros a los que se enfrentan las ONG en la zona.
«Las mujeres y los niños son quienes más sufren. Recibimos a familias desesperadas. Un padre nos llamó para pedir ayuda para su hija de cinco años, quien apenas pesaba ocho kilos debido a la desnutrición». La ayuda humanitaria que entra es mínima, «una gota en el océano», insuficiente para garantizar medios de vida. La restricción del acceso a suministros esenciales es una violación de la Cuarta Convención de Ginebra.
En Cisjordania y Jerusalén Este, la situación también se deteriora por la violencia y escasez. Los cortes de electricidad afectan hospitales y centros médicos, impidiendo el funcionamiento de equipos esenciales y la planta desalinizadora de agua. Además, los campos de refugiados son bombardeados, obligando a las familias a abandonar sus hogares en solo tres horas.
Anton Asfar, advierte de forma urgente a la Unión Europea: «Las fronteras deben reabrirse, las operaciones militares deben cesar y la ayuda humanitaria debe entrar sin restricciones. No podemos permitir que la gente siga muriendo por falta de lo más básico. Solo así podremos seguir llevando esperanza a quienes más lo necesitan”.