Patrocinio comunitario, un nuevo modelo de acogida a refugiados
Las Cáritas de la Comunidad Valenciana participan en un proyecto de integración comunitaria de familias refugiadas en municipios de la región.
“Agermanament Comunitari Valencià” (patrocinio comunitario) es una experiencia piloto de acogida e integración de personas refugiadas en la que participan las tres Cáritas Diocesanas de la comunidad, Segorbe-Castellón, Orihuela-Alicante y Valencia.
Se trata de un proyecto que la Generalitat Valenciana ofreció a las Cáritas de la comunidad, dentro del marco del programa de Patrocinio Comunitario que el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones ha planteado a todas las comunidades autónomas a propuesta de ACNUR.
Consiste en acoger, durante un periodo comprendido entre 18 y 24 meses, a familias que viven en campos de refugiados, procedentes de países con graves conflictos y que llevan tiempo en condiciones de extrema vulnerabilidad. Las comunidades donde residen estas familias las acompañan en su proyecto vital favoreciendo una participación activa de las familias y del equipo de voluntarios que conforman el grupo de patrocinio comunitario, y facilitando así su desarrollo personal y social y su integración en la comunidad de acogida.
Esta experiencia piloto debe orientarse a promover una mejora cuantitativa y cualitativa de los procesos de acogida e integración de las personas refugiadas, así como a incrementar el compromiso compartido de las instituciones y administraciones públicas con la sociedad en esta tarea.
Cáritas, por su larga trayectoria en trabajo comunitario, reúne las condiciones idóneas para poder poner en práctica un proyecto de esta envergadura, que lo que busca es la participación y el apoyo de la propia comunidad, para que acoja y arrope a las familias, y así poder empezar una nueva vida facilitándoles una integración real.
Así, las Cáritas de la Comunidad Valenciana acogieron en octubre del año pasado a tres familias, una en Valencia (Cocentaina), otra en Segorbe-Castellón (Almassora) y la tercera en Orihuela-Alicante (Calpe). En todas ellas se constituyó un equipo de voluntarios llamado “Grupo de Patrocinio Local” para poner en marcha esta experiencia de fraternidad y amistad social.
Los equipos, junto con el soporte técnico de una trabajadora social, acompañan a las familias en su proceso de asentamiento en las respectivas localidades, apoyan el aprendizaje del idioma, educación de los niños, niñas y adolescentes, acceso a servicios, trámite de documentación, formación, orientación y acceso al mundo laboral, para que una vez acabada la experiencia, las familias puedan tener una vida digna y autónoma y hayan sido capaces con el apoyo de estos grupos de haber tejido una red de apoyo social y amistades dentro de la población donde residen y se sientan parte de la vecindad en su nueva vida.
Se han buscado unos municipios relativamente pequeños donde pueden sentir la cercanía de la gente y donde las Cáritas Parroquiales cuentan con un voluntariado activo y comprometido y con una alta presencia en la vida del pueblo. Los y las participantes del grupo de patrocinio local, son personas comprometidas –algunas de ellas ya voluntarias en otros proyectos y programas de las Cáritas Parroquiales– y se han sumado a este proyecto motivadas por poder acompañar, ayudar y colaborar en la integración de estas familias y alentadas por esta nueva modalidad de ayuda, acompañamiento y fomento de vínculos de confianza entre ambas partes.
Las cosas no han sido fáciles; las restricciones por la pandemia dificultaron de alguna manera el proceso. Sin embargo, se han encontrado formas de poder adaptarse para estar en constante contacto y comunicación con las familias.
Esta experiencia garantiza a las familias, ser beneficiarias de protección internacional y poder empezar nuevamente una vida con el apoyo de una comunidad que los acoge y acompaña.
Nuestra labor como Cáritas y ciudadanos, no es otra que formar un equipo de personas que de forma desinteresada pongamos todo nuestro espíritu solidario, responsabilidad y esfuerzo conjunto, directamente en favor de las familias, para ofrecerles un apoyo en todo su proceso de integración e inclusión en nuestra sociedad de acogida.
Esta experiencia que empezó con incertidumbre y desconocimiento –pues se trataba de un programa piloto– poco a poco nos ha ido cambiando. El hecho de acompañar a estas familias en su día a día no solo ha servido para favorecer su proceso de inclusión, dotándolos de autonomía e independencia, sino que a nivel personal y comunitario también está siendo una experiencia muy enriquecedora.