Acción social24/07/2024

Todo el mundo quiere envejecer bien

Las personas mayores ahora son piezas clave de la cohesión social, de la vivencia de la pertenencia a la comunidad y la apertura a la novedad.

Lo decimos mucho porque es un logro de la ciencia y de la organización de nuestras sociedades. Es habitual que en algún momento, en alguna conversación en Cáritas, con la familia, amistades y/o en el trabajo alguien confirme: “Uno de los éxitos del norte global es el aumento de la esperanza de vida de quienes habitamos sus ciudades y pueblos.”

En esta conversación, la siguiente idea en aparecer suele ser algo como “esto es fantástico, pero yo quiero hacerme viejo, hacerme vieja con calidad de vida”.

Y suele ocurrir también que después de este deseo expresado, cada quien define cómo es eso de hacerse mayor con calidad, con dignidad.

El derecho a la salud

Aparecen entonces en la ecuación la salud física, la salud emocional y la salud social…, como si unas no afectaran a las otras, como si no fueran una sola. Y de fondo la cuestión del acceso al derecho a esta(s) salud.

Envejecer con calidad, envejecer dignamente, envejecer con derechos, envejecimiento saludable… Sin entrar a analizar el alcance de cada término, lo que está de fondo es el deseo que tenemos todas las personas de que nuestro proceso de envejecimiento, sea agradable. Para nosotras mismas y para quienes nos rodean. Al fin y al cabo, con esta esperanza de vida que tenemos (84 años en España, la mayor de Europa), nos pasamos casi un tercio en esto de “hacernos mayores”.

La cuestión entonces no es cuántos años vamos a vivir si no cómo queremos vivir el tiempo que tengamos por delante. Y en este punto estamos hay un consenso claro. Queremos vivir bien. El bienestar percibido (sentido) parece el objetivo a alcanzar en el proceso del “bien envejecer”. Para la Organización Mundial de la Salud sería algo así:

 “[…] la percepción que tiene una persona sobre su posición en la vida dentro del contexto cultural y el sistema de valores en el que vive y con respecto a sus metas, expectativas, estándares y preocupaciones. Es un concepto de amplio alcance que está atravesado de forma compleja por la salud física de la persona, su estado fisiológico, el nivel de independencia, sus relaciones sociales y la relación que tiene con su entorno.” (OMS, 2002).

Aspectos objetivos relacionados con el acceso a derechos y con las condiciones materiales de vida y aspectos subjetivos como la autoestima, la salud percibida, el sentimiento de pertenencia y participación en la comunidad parecen las claves.

Envejecer, una experiencia individual

Si quisiéramos (y queremos) añadir sustrato de calidad a esta conversación, necesitaríamos añadir en la base algo primordial. Envejecer es una experiencia individual, heterogénea y subjetiva.

En resumen, ser independientes, gozar de buena salud física, mental y emocional, tener una actitud positiva ante la vida; contar con servicios sociales y buenos ingresos económicos, determinan de forma positiva el proceso de envejecimiento. Tener relaciones sociales, amistades; realizar actividades y participar en la comunidad completan los ingredientes necesarios para el “bienenvejecer” que todo el mundo merece.

Una de las tareas que tenemos las personas que de una manera u otra formamos parte de los programas de personas mayores de la Confederación Cáritas es buscar la mejor manera de que quienes se están haciendo mayores, de que quienes nos estamos haciendo mayores en Cáritas, podamos concluir la conversación diciendo: “Estoy envejeciendo bien (y me gusta)”.

Necesitamos la sabiduría de las personas mayores

Y la segunda tarea central de nuestros programas es sin duda mostrar que este buen envejecer no solo beneficia a las personas mayores, sino a toda la sociedad. En palabras del papa Francisco: “Ancianos, raíces que los más jóvenes necesitan para llegar a ser adultos.”

Cada persona mayor es una pieza singular de nuestra historia. Sin ellas, no conoceríamos nuestra cultura, nuestras tradiciones, nuestros recursos como sociedad… Son el testimonio vivo de nuestros cimientos. Cada persona mayor es una pieza clave en nuestro futuro. Sin ellas no podremos pensar cómo seguir construyendo la sociedad inclusiva que queremos ser. Cada persona mayor es una pieza esencial en nuestro presente. Su sabiduría vital, capacidad para el compromiso social, disponibilidad, sus diversos conocimientos técnicos, prácticos, sus diferentes habilidades personales… son imprescindibles para que el mundo en el que vivimos ahora siga funcionado.

Las personas mayores ahora son piezas clave de la cohesión social, de la vivencia de la pertenencia a la comunidad y la apertura a la novedad. Son expertas en permitir que la vida avance, sin perder la raíz. Nuestra sociedad no solo necesita espacios donde envejecer bien, necesita de la sabiduría, el buen hacer y las variadas experiencias vitales de cada una de las personas mayores.

«Los ancianos ven la historia y transmiten la historia. Una vejez a la que se le concede esta lucidez es un precioso regalo para la generación que le sigue». Papa Francisco.

Foto: Cáritas Jerez