Ucrania, otra Navidad en guerra
Por segundo año consecutivo, los ucranianos intentan vivir estas fiestas con espíritu navideño a pesar de las bombas y las privaciones.
Un año más, los ucranianos pasan la Navidad en guerra. “La gente está agotada –cuenta el padre Andriy Bukhvak, director de Cáritas Zaporizhzhia (provincia en el sudeste del país)–. Hay sentimientos encontrados; cansancio por una guerra que dura ya mucho tiempo, y dolor por las pérdidas de las personas queridas y del hogar. Pero al mismo tiempo, podemos ver esperanza; incluso aquí, en Zaporizhzhia, donde está ocupado casi el 70 por ciento del territorio”.
Entre la esperanza…
El pasado año el pueblo ucraniano vivió su primera Navidad en medio de un conflicto armado. “Hubo muchos bombardeos –recuerda el padre Andriy Bukhvak–. Rusia se dedicó a destruir infraestructuras y suministros energéticos para quitar la luz y el calor a la gente precisamente en la época navideña y así minar su moral”.
Y sin embargo, la Navidad pasada había esperanzas de que en 2023 terminaría la guerra. “Había buenas señales –apunta este sacerdote–. Pudimos recuperar muchos territorios, como la región de Kiev, la de Járkov y la parte sur de Ucrania. Pensábamos que para finales de año Ucrania estaría en paz”.
Y el dolor…
Desgraciadamente, no se han cumplido las expectativas, y los ucranianos están viviendo otro invierno muy duro. “En Kiev se han conseguido reparar varios miles de hogares que sufrieron daños. Sin embargo, en otras regiones la situación es crítica, y la gente vive en edificios en muy malas condiciones”, explica Valentyn Bebik, director del Departamento de Ayuda Humanitaria de Cáritas Ucrania.
Valentyn cuenta que estas regiones recibían el gas de Rusia, “pero ha cortado el suministro”. Como resultado, miles de hogares no tienen calefacción y otros recurren a combustibles sólidos, de los que se están eliminando en Europa: madera, briquetas, carbón… “Cerca de Zaporizhzhia hay una zona con suficiente carbón, pero está ocupada. Por eso, la gente tala bosques para estar caliente”.
Muchas personas en Ucrania duermen vestidas y otras recurren a calentadores eléctricos, pero, a veces, sobrecargan el sistema de suministro de energía, y todo se colapsa.
Los refugios de Cáritas
La red de Cáritas en Ucrania cuenta con más de 60 refugios, en su mayoría habitados por personas mayores. Una de estas personas es Olena, una mujer desplazada de la ciudad de Novohrodivka, en la región de Donetsk.
Olena lleva unas semanas en el albergue de Zaporizhzhia, donde se siente segura y querida, pero también triste por estar separada de su familia. “Nosotros no celebramos la Navidad desde 2014, cuando Rusia ocupó el Dombás. Sin luz ni calefacción, y con toque de queda y explosiones, ¿qué tipo de celebración íbamos a hacer?”, pregunta.
Vivir la Navidad
A pesar de todo, Olena espera tener una “maravillosa Nochebuena” en el refugio. El Gobierno ucraniano ha decidido abandonar el calendario juliano (que sigue la Iglesia ortodoxa rusa) y se ha unido al gregoriano. Desde este año, todas las comunidades cristianas del país celebran la Navidad el 25 de diciembre en lugar del 7 de enero.
“Cantamos villancicos y ponemos belenes”, cuenta el padre Bukhvak. También reúnen, desde 2014 (cuando empezó el conflicto en el Dombás), a un grupo de madres que han perdido a sus hijos en la guerra para pasar juntas la Nochebuena.
Además, realizan la tradicional campaña «Vela de Navidad». Es una iniciativa de Cáritas que consiste en la venta benéfica de velas hechas por personas con necesidades especiales. Las donaciones son para ayudar a niños afectados por la guerra, huérfanos, menores con discapacidad, e hijos de desplazados internos y de familias de bajos ingresos. “De esta manera, transmitimos a estos niños que Dios y las personas que les rodean los aman y se preocupan por su futuro. Cada vela navideña encendida es una contribución al cuidado de los niños vulnerables y afectados por la guerra”, señala este sacerdote.