Análisis y reflexión17/07/2024

Una cuestión de necesaria solidaridad. Los niños, niñas y jóvenes migrantes no acompañados

En la actualidad el Gobierno regional de las Islas Canarias tutela a cerca de 6.000 menores extranjeros no acompañados, de los más de 13.000 que hay en todo el territorio nacional.

Casi 30 años después de que arribara a Canarias la primera patera de la que se tiene constancia, el Archipiélago se ha convertido en un punto de referencia importante en la llamada “ruta migratoria atlántica”, que ha visto cómo en los últimos meses se han incrementado las llegadas de personas procedentes de distintos países de África, expulsadas de su tierra por diferentes causas, entre las que se encuentran el hambre, la pobreza, el cambio climático o los conflictos bélicos, pero también la ausencia de alternativas de futuro en condiciones dignas.

Y dentro de esta realidad, el perfil más vulnerable son los niños, niñas y jóvenes que realizan este tránsito solos, sin familiares o que desgraciadamente los pierden durante las complejas travesías hacia Europa.

Hoy, estos niños y niñas están en el centro del debate político y social, por el desbordamiento que vienen denunciando las propias autoridades canarias en el sistema de acogida y protección, que debe darles respuesta en la llegada. No en vano, en la actualidad el Gobierno regional tutela a cerca de 6.000 menores extranjeros no acompañados, de los más de 13.000 que hay en todo el territorio nacional.

Se trata de menores que deben ser protegidos por encima de todo. Como sociedad, tenemos la obligación legal y moral de acogerles, protegerles y acompañarlos en el tránsito a la vida adulta, como a cualquier otro menor en nuestro país. Deben estar en hogares o centros adecuados, escolarizados, acompañados por profesionales cualificados, y disfrutando de una infancia y adolescencia apropiadas, con garantía de integración al cumplir la mayoría de edad.

Hace unos días, los obispos de las Diócesis de las Islas Canarias volvían a recordar en una nota que debemos ser “luz de esperanza” para estos niños y niñas, con un rechazo claro a la instrumentalización ideológica de esta situación, abogando por la “cultura del encuentro”, que “nos ayude a crecer como humanidad”, tal y como nos pide el papa Francisco.

Desde Cáritas Diocesana de Tenerife, en la misma línea que nuestros obispos y la propia Conferencia Episcopal, apelamos a la corresponsabilidad de toda la sociedad española y a la “solidaridad interterritorial” para afrontar este reto y dar una respuesta digna y adecuada. Se necesita, por parte de todos y todas, un cambio de actitud hacia los migrantes y refugiados, el paso de una actitud defensiva y recelosa, de desinterés o de marginación, a una actitud que fomente la tolerancia, el respeto y la interculturalidad, necesarios para construir un mundo más justo y fraterno; para que el Evangelio siga resonando hoy como buena noticia en medio de nuestro mundo que tanto necesita de esperanza.