Promover el desarrollo integral de las personas y los pueblos, especialmente de los más pobres y excluidos.
Desde el año 1955 tiene por objeto la realización de la acción caritativa y social de la Iglesia en la Diócesis, así como promover, coordinar e instrumentar la comunicación cristiana de bienes en todas sus formas y ayudar a la promoción humana y al desarrollo integral de todas las personas.
Conoce más sobre nuestros fines, constitución y organización en el territorio.
Promover el desarrollo integral de las personas y los pueblos, especialmente de los más pobres y excluidos.
Promover el desarrollo integral de las personas y los pueblos, especialmente de los más pobres y excluidos.
Ser testimonio del amor de Dios y de la fraternidad de la comunidad cristiana con todas las personas, en especial con las más empobrecidas y excluidas, optando por una sociedad más solidaria, justa y participativa. Desde el compromiso para:
Caridad
Es el fundamento de nuestra identidad y servicio, fuente inspiradora de nuestros valores.
Centralidad de la persona
La persona es el centro de nuestra acción. Defendemos su dignidad, reconocemos sus capacidades, impulsamos sus potencialidades y promovemos su integración y desarrollo.
Verdad
La búsqueda de la verdad sobre el hombre y el mundo a la luz de la fe, fundamento y sentido de nuestro actuar.
Justicia
Trabajamos por la justicia y la transformación de las estructuras injustas como exigencia del reconocimiento de la dignidad de la persona y de sus derechos.
Participación
Somos una organización abierta a la participación de nuestros agentes y de los destinatarios de nuestra acción social. Trabajamos en equipo favoreciendo la integración de los que formamos Cáritas.
Solidaridad
Nos caracterizan nuestro sentimiento de unión a los que sufren y nuestra convicción de igualdad y justicia. Promovemos la solidaridad que nos lleva a buscar el bien común y a trabajar por una comunidad inclusiva, que valora las diferencias como patrimonio común y enriquecedor.
Austeridad
Desde nuestro estilo de vida, ponemos nuestra voluntad en la utilización ética y coherente de los recursos.
Espíritu de mejora
Desarrollamos nuestra actividad buscando permanentemente mejorar y aplicar ideas innovadoras, siempre en beneficio de la persona, la comunidad y la sociedad en su conjunto.
Transparencia
Compartimos una cultura institucional basada en la ética y en la apertura de la información hacia todos los interesados en nuestra labor.
Ser testimonio del amor de Dios y de la fraternidad de la comunidad cristiana con todas las personas, en especial con las más empobrecidas y excluidas, optando por una sociedad más solidaria, justa y participativa. Desde el compromiso para:
Que la acción de Cáritas sea significativa en el desarrollo humano integral de los últimos y en la promoción de una sociedad inclusiva.
Ser referentes de solidaridad con los países más empobrecidos y el cuidado de la casa común.
La denuncia de las causas de la pobreza y exclusión, y la promoción de los derechos sociales.
Alcanzar una participación efectiva de la Comunidad Cristiana en la actividad de Cáritas.
La promoción de la economía social y solidaria, como signo de un nuevo modelo económico más justo.
Nuestro modelo de acción opta por un método centrado en el acompañamiento a los procesos de crecimiento de las personas y de las comunidades, lo cual centra la atención en los «caminos» más que en las «metas».
Nuestras acciones tienen que surgir de motivaciones claras y estar impregnadas de valores alternativos que permitan traslucir su significado: la construcción de una sociedad inspirada en los valores evangélicos. Todas ellas deben ser «significativas», no se pueden agotar en sí mismas, sino que van más allá de sus pretensiones instrumentales dejando traslucir procesos de personalización, humanización y liberación.
Cuando Cáritas actúa no es ella quien lo hace, sino la Iglesia en su conjunto. Nuestro modelo opta porque nuestra acción sea cauce para el desarrollo del compromiso de toda la Iglesia con los pobres.
Nuestro modelo de acción opta por una acción integral, consciente de que cuando actúa sobre una parte está afectando tanto al conjunto de la persona como de las comunidades, de las sociedades y de sus estructuras. Así, la acción social de Cáritas opta por la transformación de manera integral abarcando todas las dimensiones, acompañando personas, animando comunidades y haciendo anuncio y denuncia profética.
Nuestras acciones tienen que surgir de motivaciones claras y estar impregnadas de valores alternativos que permitan traslucir su significado: la construcción de una sociedad inspirada en los valores evangélicos. Todas ellas deben ser «significativas», no se pueden agotar en sí mismas, sino que van más allá de sus pretensiones instrumentales dejando traslucir procesos de personalización, humanización y liberación.
Nuestro modelo de acción opta por una acción integral, consciente de que cuando actúa sobre una parte está afectando tanto al conjunto de la persona como de las comunidades, de las sociedades y de sus estructuras. Así, la acción social de Cáritas opta por la transformación de manera integral abarcando todas las dimensiones, acompañando personas, animando comunidades y haciendo anuncio y denuncia profética.
Cáritas Diocesana de Cádiz está formada por:
Por ejercer Cáritas la diaconía de la Caridad comunitaria organizada para la comunicación cristiana de bienes en la Diócesis, corresponde al Obispo la alta dirección y la Presidencia de la corporación.
Corresponde al Obispo, entre otras competencias, animar la acción socio-caritativa y aprobar los criterios y normas de acción más convenientes para el buen funcionamiento de Cáritas, y para la mejor inserción de su labor en el conjunto de la pastoral diocesana.
En la actualidad, Cáritas Diocesana de Cádiz está presidida por D. Rafael Zornoza Boy.
La Asamblea Diocesana es el órgano eclesial de expresión comunitaria de la corporación. Convocada por el Obispo, la Asamblea Diocesana es el órgano eclesial que expresa el vínculo de comunión que existe con la Iglesia y entre los diferentes miembros, órganos y niveles de Cáritas. Son miembros de la Asamblea Diocesana los miembros del Consejo Diocesano, los Párrocos, los Directores de los equipos de voluntarios de Cáritas de cada Parroquia y los representantes de las entidades eclesiales asociadas.
Las competencias de la Asamblea Diocesana son deliberar acerca de las prioridades, orientaciones y criterios que el Consejo Diocesano, someta a su consideración, a fin de profundizar en la misión común de caridad, conocer las cuentas anuales desde la última Asamblea anteriormente celebrada y dar su acogida como miembros a las entidades eclesiales asociadas que hayan sido admitidas desde la celebración de su sesión anterior.
La Asamblea Diocesana se reunirá una vez cada tres años.
El Consejo de Cáritas Diocesana es el órgano colegiado de representación y gobierno de la corporación. Son miembros natos del Consejo Diocesano el Delegado Episcopal, el Director de Cáritas Diocesana, el Secretario General de Cáritas Diocesana, los Adjuntos al Director de Cáritas Diocesana, un vocal presbítero por cada zona pastoral, un vocal laico por cada Arciprestazgo. El Consejo Diocesano se reunirá con carácter ordinario trimestralmente y con carácter extraordinario, por iniciativa del Director, por orden del Obispo directamente o por medio de su Delegado, o a propuesta de la tercera parte de sus miembros.
Silvio Bueno Marín
El Delegado Episcopal para Cáritas Diocesana es nombrado por el Obispo, y lo representa en todos los órganos y niveles de Cáritas Diocesana por el tiempo que en su nombramiento se determine, promoviendo el sentido de Iglesia y el espíritu comunitario y de comunicación cristiana de bienes en el desempeño de las funciones que le asignan los presentes Estatutos.
Vicente Pablo Ortells Polo
La Dirección de Cáritas Diocesana es un órgano unipersonal. Su titular es el Director de Cáritas Diocesana, a quien corresponde decidir, dirigir y coordinar las acciones ejecutivas, con la asistencia que precise de los miembros de su equipo. El Director de Cáritas Diocesana es nombrado por el Obispo por un período de tres años, prorrogable por otros tres, oído el Delegado Episcopal, entre los candidatos que le presente el Consejo Diocesano y los que el propio Obispo pueda considerar en su discernimiento personal. El desempeño de su cargo será voluntario y, como tal, gratuito.
José María Espinar Domínguez
El Secretario General es nombrado por el Obispo, oído el Delegado Episcopal, entre los candidatos que le presente el Director de Cáritas Diocesana y los que el propio Obispo pueda considerar en su discernimiento personal, por un periodo de cuatro años prorrogables por sucesivos períodos de cuatro años. El desempeño de su cargo será voluntario y, como tal, gratuito.
Entre otras funciones, corresponde al Secretario General apoyar al Director en la dirección y coordinación de Cáritas en la Diócesis, informar con regularidad al Director del funcionamiento de la Institución, elaborar y presentar al Director el Programa y la Memoria Anual de Cáritas Diocesana y formular y presentar al Director el Presupuesto general y las cuentas anuales.
Recién creada, Cáritas tuvo que hacerse cargo de la recepción, almacenaje y distribución de la recordada Ayuda Social Americana (ASA) que el gobierno estadounidense donó, a través de la Cáritas Norteamericana, a varios países europeos, entre ellos España. El reparto de la ayuda social, alimentos y ropas básicamente se compatibilIza con otras acciones de atención primaria. Los repartos de alimentos y ropa que se hicieron en esos años han continuado luego en muchas parroquias. Todavía se identifica a Cáritas exclusivamente con el reparto de alimentos y ropa. Leche en polvo, mantequilla, colchones… fueron las primeras ayudas que se ofrecieron desde Cáritas a los pobres en aquellos años. Fue el comienzo de Cáritas en las diferentes zonas de la Diócesis.
El Concilio Vaticano II (1962 – 1965) había dado un giro de ciento ochenta grados a la Iglesia y Cáritas fue llamada a un compromiso más intenso en la transformación del mundo y sus mensajes a la sociedad, sus acciones y su estructura se fueron adaptando a una nueva manera de entender la práctica de la caridad. Con los años setenta, años de profunda transformación política y social en España, nuevos proyectos de atención a los pobres nacieron en Cáritas con la filosofía de enseñar a pescar en lugar de dar el pez queriendo pasar con estas iniciativas del asistencialismo a la promoción de las personas. De forma paralela, en las Cáritas Parroquiales se sigue acogiendo a las familias y se les atiende en las necesidades primarias, se apoya la alfabetización de los niños, se acompaña a los ancianos…
En los años ochenta el problema del paro, que si bien había aparecido a finales de la década anterior, se convirtió en una verdadera lacra para nuestra Diócesis. En esos años, Cáritas dedicó muchos esfuerzos humanos y económicos en paliar este grave mal con el impulso y creación de cooperativas para personas en situación de desempleo y graves cargas familiares, reforzó la formación profesional, se aumentaron las ayudas y se organizaron campañas de sensibilización social para fomentar la solidaridad con los que menos tenían. Fueron también años de cambio de mentalidad, donde Cáritas tomó posicionamiento social frente a la injusticia y la desigualdades sociales, a través de la denuncia.
En los años noventa, la Institución se ha ido consolidando en su estructura y ha estado receptiva a la transformación social, a través de programas de atención a las nuevas pobrezas que han ido apareciendo en la sociedad (personas drogodependientes, personas sin hogar, inmigrantes, mujeres prostituidas…). La juvenalización y feminización de la pobreza, realidad que evidenció el Informe sobre las condiciones de vida de la población pobre en la provincia de Cádiz, que Cáritas Diocesana realizó en el año 1996, hizo que Cáritas, reorientara su acción hacia estos colectivos y apostara por la promoción humana y social de las mujeres y buscara nuevas oportunidades de formación y empleo para los jóvenes.
El Fondo Diocesano de Solidaridad, creado en el año 1992, nacía con la vocación de servir de comunicación cristiana de bienes en toda la Iglesia Diocesana. Desde su creación hasta la actualidad más de 150 proyectos de promoción humana y social han recibido ayudas por mas de 1.500.000 euros. Esto ha hecho posible que muchas personas y colectivos hayan podido salir adelante y mejores sus condiciones de vida.
En los comienzos del nuevo milenio, con toda la experiencia adquirida, Cáritas sigue renovando su vocación de servir a los más pobres y excluidos de la sociedad, con los nuevos medios a su alcance y con criterios de calidad. Se han puesto en marcha nuevos servicios orientados a atender a aquellos que quedan fuera de las redes de atención social, a aquellos que no cuentan, que casi no existen (personas sin hogar, desempleados de larga duración y baja cualificación laboral, inmigrantes…). La crisis económica ha supuesto un nuevo reto para Cáritas en todo el territorio nacional. Se han articulado acciones con carácter de urgencia para poder dar respuesta a la gran cantidad de demandas recibidas en los últimos tres años.
Cáritas ha hecho propuestas políticas relativas a la protección social, la salud, la educación o el empleo; dirigidas a reducir el carácter hereditario de la pobreza y su cronificación. Prueba de ello es su trabajo sobre Garantía de Ingresos Mínimos.
Ha puesto de manifiesto a través de la publicación de dos informes quinquenales FOESSA y de la serie anual Análisis y Perspectivas, la existencia de deficiencias estructurales de nuestro modelo. Ha fomentado la participación de toda la comunidad. El testimonio y el compromiso activo son la mejor vacuna contra la apatía.