Palabras del Director de Cáritas Castrense en la bendición de la sede de la Cáritas Parroquial Castrense de Barcelona
Supone para mi una gran satisfacción el haber podido acudir a esta bendición de la sede de la Cáritas Parroquial de Barcelona, así como tener la oportunidad de dirigir unas palabras y de este modo, hablar un poco de esta maravillosa experiencia de pertenecer y trabajar en la gran familia de Cáritas y de Cáritas Castrense.
Palabras del Director de Cáritas Castrense en la bendición de la sede de la Cáritas Parroquial Castrense de Barcelona
Supone para mi una gran satisfacción el haber podido acudir a esta bendición de la sede de la Cáritas Parroquial de Barcelona, así como tener la oportunidad de dirigir unas palabras y de este modo, hablar un poco de esta maravillosa experiencia de pertenecer y trabajar en la gran familia de Cáritas y de Cáritas Castrense. Cuando entré como voluntario en el año 2012 en el pequeño equipo que comenzó el camino bajo la dirección de nuestro querido arzobispo D. Juan del Rio (q.e.p.d.), ya entonces, me hice interiormente algunas preguntas y desarrollé algunos pensamientos un tanto críticos, algunas preguntas que posiblemente alguno de ustedes – no familiarizado con nuestra institución- se esté haciendo hoy aquí en este momento: ¿Qué es esto de Cáritas en los militares, en los guardias, en los policías? ¿Pero no existen ya las Cáritas diocesanas? ¿Y.., es que hay pobres en el ejército? ¿Y cómo se va a organizar esto? ¿Pero si ya están las asociaciones de damas y señoras? … Y ¡Si nos metemos en esto, en un tiempo va a fracasar!
El tiempo ha pasado. El esfuerzo ha sido y está siendo mucho, y puedo asegurarles que no hemos fracasado, sino todo lo contrario. Siendo conscientes de que la obra de Dios está detrás de todo esto, la experiencia y el trascurrir del tiempo nos ha ido dando repuestas, respuestas que ya nos daba entonces nuestro fundador, que lo veía todo muy claro. Tengo pues la esperanza confiada de que, con este resumen que ahora expongo, pueda darles debida satisfacción a estas inquietudes. Respuestas que tienen su fundamento en la propia esencia de Cáritas y en la actitud de todo cristiano comprometido, tenga o no uniforme, que de un paso al frente para testimoniar su Fe, su servicio a los demás y su disponibilidad para poner un grano de arena en la inmensa playa de la Iglesia.
Cáritas Castrense surge tras la iniciativa de nuestro arzobispo castrense, D. Juan del Río, que después de varios años de ejercicio como pastor de la Iglesia Castrense, apreció la necesidad de dinamizar en su ámbito jurisdiccional la expresión del amor preferencial por los pobres, de la comunidad cristiana, del servicio, de la diaconía de la Caridad de la Iglesia. Ello no quiere decir que no se ejerciera tradicionalmente la Caridad en ese ámbito: los capellanes castrenses venían haciendo su buena labor de una manera más bien individualizada. Se trataba ahora de darle una forma “organizada” a esta actividad a través de una nueva institución, más acorde con la época y circunstancias que vivimos, promocionando la participación comprometida de los laicos del arzobispado, y siguiendo el ejemplo de las Cáritas Diocesanas y de su larga y exitosa labor y experiencia. Cáritas Diocesanas, que entendieron perfectamente nuestra razón de ser y nuestra existencia, nos acogieron en la Confederación con un tremendo cariño (y también curiosidad), nos apoyaron y nos acompañaron a través de los procesos del fondo inter-diocesano, y siguen “soportando” al director de Cáritas Castrense, a mi persona, en el Consejo General, del que, de forma totalmente inmerecida, me han admitido como consejero.
Con la elaboración de unos estatutos, nació en 2012 Cáritas Castrense como órgano oficial del Arzobispado Castrense para promover, coordinar y orientar la acción caritativa y social y la comunidad cristiana de bienes. Poco después se inscribió en el
Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia y fue acogida por la Confederación de Cáritas Española como su miembro número 70. Nació de esta manera Cáritas Castrense como una Cáritas más, con la especificidad correspondiente a su ámbito de actuación: la jurisdicción eclesiástica castrense, que con carácter personal se extiende a los miembros de las FAS, la Guardia Civil y la Policía Nacional y sus familiares, que se encuentran en las distintas Unidades, Bases y Acuartelamientos, así como en los destacamentos de los despliegues en misiones internacionales.
Mencionaré a continuación las dos dimensiones que constituyen la razón de ser y el fundamento de la existencia y actividad de Cáritas Castrense:
De una parte, nos encontramos con el objetivo de aglutinar y sensibilizar a los fieles cristianos del arzobispado para comprometerse organizadamente con el servicio a los demás, formando comunidad testimonial del amor preferencial de Cristo hacia los pobres. Debo constatar que lo estamos consiguiendo a pasos agigantados, en un ambiente en el que soldados, aviadores, marinos, guardias civiles y policías nacionales llevan por naturaleza muy arraigados los valores de servicio, solidaridad, honradez y entrega… En muy pocos años hemos logrado contar ya con más de 400 voluntarios distribuidos en un Órgano Central y 38 Cáritas Parroquiales Castrenses, en diversos puntos de nuestra geografía. Un palpable ejemplo de ello es la reciente creación de la Cáritas Parroquial de Barcelona, nacida en los momentos más difíciles de la pandemia y que hoy, que asistimos con alegría a la bendición de su sede, cuenta ya con unos voluntarios entusiastas con enormes ganas de aprender y practicar el gran oficio de ayudar a quienes más lo necesitan.
De otra parte, se presenta la labor caritativa y social. Desde el principio de nuestra actividad dejamos muy claro que habíamos nacido para sumar. Que, bajo la premisa de afirmar nuestro testimonio de disponibilidad, nunca pretendimos interferir actividades de otras organizaciones o instituciones que realizan acción social, o de otras Cáritas hermanas. Muy al contrario, sabemos ya por la experiencia acumulada que podemos complementar de forma significativa la labor de los organismos oficiales que no pueden llegar a resolver o paliar situaciones de necesidad, y que nosotros si podemos. De labores que, de hecho, realizamos no solo con la ayuda económica, sino a través del acompañamiento y seguimiento de situaciones de soledad, desarraigo, enfermedad angustia…, tratando de tender una mano samaritana a personas y familias que verdaderamente lo necesitan.
Pero creo que es procedente ahora que haga referencia a cómo nos organizamos y funcionamos, y que me detenga un poco en nuestros programas y actividades.
Nos encontramos en la actualidad en una fase de consolidación y expansión, aun a pesar de los inconvenientes que producen los confinamientos de la pandemia. Nuestro comienzo fue lento pero asentado en bases firmes, un planeamiento adecuado, y el acompañamiento y apoyo de los Servicios Generales de Cáritas Española, con ayuda del
fondo inter-diocesano confederal. En la actualidad, seguimos nuestro desarrollo y actividad según un plan estratégico que fija objetivos y líneas de actuación.
Como mencioné anteriormente, contamos con 38 Cáritas Parroquiales Castrenses que organizan sus equipos de voluntarios en torno a los capellanes castrenses, destinados en establecimientos y unidades militares. Algunas de ellas, que se crearon al principio, están bastante desarrolladas y adaptadas a su entorno particular. Otras, como esta de Barcelona, se encuentran en periodo de constitución, de formación de sus voluntarios y de inicio en la participación en alguno de los programas o proyectos diocesanos que están en marcha. Es importante en este proceso, y así lo fomentamos, una relación de hermandad y de colaboración con las Cáritas Diocesanas hermanas para aprender de ellas y para ofrecerles nuestra “suma”, nuestra modesta contribución de la mejor manera posible, a la acción que realizan.
Al objeto de dar un sentido unitario y conjunto a nuestra institución, se trató desde el principio de establecer un Órgano Central, situado en Madrid, con suficiente potencia organizativa y de gestión para atender las necesidades de desarrollo y de funcionamiento de las Cáritas Parroquiales. Estos Servicios Centrales tienen más de 25 voluntarios distribuidos en áreas de trabajo y tres técnicos contratados para administración y acción social.
Solamente para orientar del grado de desarrollo actual, mencionaré que nuestro presupuesto anual alcanza ya el medio millón de euros y no ha dejado de crecer desde nuestra fundación. Las fuentes de financiación son las habituales: colectas, cuotas de socios, donaciones de particulares y entidades, subvenciones finalistas del Ejército de Tierra y Aire, y ayudas de la Conferencia Episcopal y de la Confederación de Cáritas.
La gestión económica es única para el conjunto de Cáritas Castrense, con un único CIF, pero descentralizada en la ejecución de las Caritas Parroquiales. Nos esforzamos mucho en mostrar total transparencia, austeridad y eficiencia, informando de cuentas y auditorías externas anuales en la página web.
Pero dicho lo anterior, creo que ya es el momento de bajar a la realidad del día a día y exponer a grandes rasgos qué programas realizamos con regularidad.
El primero de los programas es el de “Ayuda a familias en situación de vulnerabilidad”. Las Cáritas Parroquiales Castrenses nacen dedicándose a este programa, muy genérico, que trata de ayudar a quienes acuden a nosotros en petición de ayuda y a quienes llegamos a conocer su necesidad a través de una actitud proactiva como “rastreadores de la pobreza” (término acuñado por D. Juan del Río).
Con la venida de la crisis producida por el COVID 19 decidimos no parar, como todas nuestras Cáritas hermanas de la confederación. La conexión con las autoridades ministeriales, el ISFAS y mandos de la operación Balmis fue inmediata y muy fructífera, intercambiando información y proporcionando apoyos mutuos.
Mantenemos durante la pandemia el proyecto “Cerca de ti” anunciado en la página web para atención inmediata a petición telefónica. Y al hablar de la crisis, también desarrollamos un proyecto basado en un fondo de emergencia denominado “El granero de José”, que fue promovido personalmente por nuestro arzobispo D. Juan del Río. Rememorando el pasaje bíblico del patriarca José en Egipto, en el que aconsejó al Faraón almacenar trigo para prevenir los años de sequía, se constituyó este fondo de
emergencia y el mecanismo correspondiente, para atender necesidades perentorias producidas por la pandemia (alimentos, transportes, vivienda…). Gracias a la solidaridad de nuestros donantes y la participación de las Cáritas Parroquiales, hemos podido paliar situaciones graves de personas en activo, retirados, ex intérpretes afganos inmigrantes, familiares de militares en prisión, ex-legionarios que viven en la indigencia, huérfanos en situación de precariedad…
Dentro de este programa de ayuda a situaciones de vulnerabilidad se incluye el proyecto de recogida y entrega de alimentos y material sanitario a instituciones sociales, Cáritas hermanas y conventos. Esta última actividad se realiza a iniciativa de las Cáritas parroquiales, sensibilizando y fomentando la solidaridad en las unidades, que responden siempre muy positivamente. A modo de ilustración, solamente en los meses de confinamiento total se llegaron a distribuir 15.000 kg. de alimentos recogidos en las unidades y 2.600 raciones de campaña donadas por el Ejército de Tierra.
Enmarcamos también en este programa la gestión de las subvenciones anuales del Ejercito de Tierra y del Aire para unas 160 familias procedentes de estos ejércitos, que tienen muy bajos recursos económicos: retirados, sus cónyuges y personas con discapacidad o con enfermedades, con ingresos por debajo del umbral de la pobreza, a quienes tratamos de acompañar como complemento a la ayuda económica.
Al apreciar en el año 2017 la existencia de un significativo número de personas mayores a quienes estábamos acompañando, estructuramos un segundo programa específico para ellos. El programa de “Atención y acompañamiento a Mayores” tiene como objetivo aliviar la soledad y otras muchas necesidades que se les presentan, mediante el acompañamiento por parte de nuestros voluntarios. Están implicadas con regularidad en el programa 18 de nuestras Cáritas Parroquiales, que con 100 voluntarios atienden a un total de 250 beneficiarios. Además, durante la época de confinamiento general, el esfuerzo de Cáritas Castrense en su conjunto fue importante: 700 personas mayores (retirados, viudas) acompañadas de forma telefónica o presencial, con la actuación de 150 voluntarios en 21 Caitas Parroquiales.
Algo más tarde, en 2019 iniciamos un nuevo programa para atender los casos de discapacidad que, aunque no muy numerosos, su atención nos resultaba costosa y nada sencilla de resolver. Iniciamos así el “Programa de atención a personas con discapacidad” ayudando a los casos puntuales que nos venían surgiendo, y forjando una muy fructífera relación con el CEISFAS (Centro Especial del ISFAS en Alcorcón, Madrid), con actividades complementarias a la actuación del centro como clases de natación, actividades lúdicas y culturales, y ofreciendo un apoyo integral a las familias mediante actividades de “respiro”. En este programa intervienen en mayor o menor medida 11 Cáritas Parroquiales con 37 voluntarios y 90 beneficiarios. Durante el tiempo de pandemia nos hemos visto obligados a suspender gran número de actividades colectivas presenciales, pero hemos hecho un esfuerzo en mantener seguimientos telefónicos y encuentros on-line con beneficiarios y sus familias.
Otro importante programa para nosotros es el de “cooperación fraterna” “cooperación internacional”. Nuestra actividad en este campo viene motivada por la convicción de que la dimensión universal de la Caridad forma parte de la identidad de Cáritas, como manifestación del amor que no conoce fronteras, e intenta llegar a los más empobrecidos de la tierra. Pero esta motivación viene estimulada y alentada por el
hecho de que las Fuerzas Armadas vienen proporcionando ayuda humanitaria de forma tradicional a las poblaciones donde despliegan en misiones internacionales, y donde los capellanes castrenses tienen un destacado papel. Desde su creación, Cáritas Castrense colabora activamente en la materialización de dicha ayuda de formas diversas y, debido a la especificidad de nuestra Institución, está ligada principalmente a la presencia de tropas españolas en las zonas de operaciones, y en áreas próximas a su despliegue.
Nuestro programa contempla tres áreas de trabajo: Proyectos de envíos humanitarios, de ayuda al desarrollo y de cooperación en emergencias.
En cuanto a los envíos humanitarios, se ha establecido un sistema de colaboración con las Fuerzas Armadas de modo que Cáritas Castrense participa en la detección de las necesidades, en la promoción y divulgación de los proyectos, en la obtención de los recursos de los donantes, en la preparación de los envíos y en el seguimiento de las entregas. Por otra parte, el Mando de Operaciones, los Ejércitos y la Armada incluyen los transportes en espacios sobrantes de las estafetas siempre dentro de su sistema establecido de “donaciones internacionales”. De esta manera, la actividad de Cáritas Castrense no interfiere, sino colabora con las propias actividades cívico-militares y los transportes. Muchos han sido en el pasado los envíos de material escolar, juguetes, alimentación infantil, material sanitario…, a Mali, Líbano, Yibuti, Dakar… En la actualidad tenemos un par de proyectos en ejecución.
En cuanto a Proyectos de ayuda al desarrollo, también en zonas próximas a los despliegues, enfocamos nuestras actuaciones a la ayuda de niños y jóvenes en esas zonas empobrecidas, que tanto sensibilizan al personal de los destacamentos. Mantenemos una ayuda a la escolarización de niños en el Líbano en colaboración con Cáritas Líbano y los Servicios Generales de Cáritas Española, y continuamos con un proyecto ya de largo recorrido en Mali, donde sufragamos la construcción de un edificio polivalente de escuela, y que estamos extendiendo en la actualidad al mantenimiento de las clases de 150 niñas que aprenden un oficio en una misión de los Padres Blancos. Contribuimos también con un esfuerzo económico a un proyecto en Mali auspiciado por Cáritas Española para construcción de graneros para las cosechas.
Y en cuanto a cooperación en emergencias, al igual que el resto de Cáritas de la Confederación, motivamos y sensibilizamos a nuestros donantes a contribuir en las campañas de Cáritas Española, cuando surgen estas emergencias.
Como puede apreciarse, hemos abarcado buena parte de las áreas de actividad que presentan más necesidades en el entorno castrense, aunque es preciso profundizar mucho más. Hemos identificado necesidades que aun no hemos podido atender adecuadamente, como es la atención a las familias del personal que despliega en misiones internacionales en aquello que la administración no pueda alcanzar, el acompañamiento a internos en prisiones militares y a sus familias, la búsqueda de empleo en esta situación de pandemia y el acompañamiento en el recorrido de búsqueda de empleo del personal de tropa de más de 45 años que se ve obligado a dejar las FAS por finalización del compromiso, o la ayuda psicológica a personas castigadas por la droga o el estrés… En definitiva, nos queda mucho camino por recorrer…
Esto es Cáritas Castrense: un grupo de voluntarios comprometidos, de fieles del arzobispado castrense que, acompañados por un pequeño pero eficaz núcleo de
técnicos, dan testimonio de su Fe por medio de su disponibilidad para ayudar al prójimo que lo necesita.
Así con estas palabras quisiera terminar con la esperanza de haber dado un poco de luz a aquellas inquietudes o preguntas que planteábamos al inicio de mi intervención.
Mi reconocimiento al esfuerzo del Pater Javier Orpinell, presidente, de Juan Peral, director, y de todo el equipo de voluntarios de esta naciente Cáritas parroquial. Mi apoyo incondicional en vuestro desarrollo y, si me permitís, mi consejo basado en la experiencia, de que la clave del éxito se encuentra en tener grandes dosis de perseverancia y mucha confianza, pues como nos decía D. Juan del Río, esta es una obra de Dios.
Muchas gracias.