Silverio y sus objetivos cumplidos en Cáritas
Entrevista a Silverio Yule Tenorio, participante de los Centros Residenciales y alumno de formación en Cáritas Diocesana de Cuenca.
Silverio Yule Tenorio es una persona de origen colombiano que, como muchos otros, tuvo que marcharse de su país rumbo a España debido a la difícil situación que atraviesan allí, por temas relacionados con el narcotráfico o la guerra. Señala que a él siempre le ha gustado estudiar y el trabajo bien hecho, el trabajo digno. Pudo venir gracias a un conocido suyo, y después de 14 meses, echa la vista atrás y puede decir que su situación es completamente diferente tras su paso por Cáritas.
¿Cómo recuerdas el momento en el que llegas a España?
Vine gracias a un conocido, que tan sólo he podido ver una sola vez en todo este tiempo, a los seis meses de mi llegada a España. Al llegar tuve que quedarme en un hostal una semana hasta que se me acabaron los recursos y ya me mandaron para el albergue, donde estuve tres semanas. Me acogieron y pude hacer los trámites con la policía y con protección internacional. Después pasé directamente a un piso de Cáritas Cuenca, he estado un año y dos meses y me he encontrado a personas maravillosas, voluntarios y trabajadores que me apoyaron en todo. Quise aprovechar esa oportunidad para formarme y estudiar Carpintería, el curso de Placas Solares, otro de Cruz Roja, cuatro formaciones virtuales, y Fundación Laboral de la Construcción, que es a lo que me quiero dedicar. Gracias a Dios, he podido encontrar trabajo en este sector en una empresa de Castellón.
¿Cómo definirías tu paso por Cáritas?
Nunca había estado en un Centro donde te ayudan de esta manera, y es muy bonito. Conocí a muchas personas con situaciones parecidas a la mía, cada uno con sus problemas y hay que entender cada caso. Me llevo a mucha gente de Cáritas y mucho aprendizaje, para mí ha sido una experiencia muy enriquecedora personal y espiritualmente, con la que aprendes a valorar las cosas y a ser agradecido con la gente que te acompaña y que te ayuda. Desde que entras por la puerta estás recibiendo cariño, y eso se le queda a uno muy marcado para siempre.
¿Cómo ha cambiado tu situación desde que llegaste, a la que tienes a día de hoy?
Ha cambiado un 100%. Llegué sin nada, no había manera de poder empezar una nueva vida y en Cáritas, además de ayudarme con los papeles cuando llegué, me han apoyado en todo guiándome en el camino. Cada voluntario, cada tutor, cada trabajador me ha dado la mano, y me la siguen dando porque van a seguir pendiente de mí, y eso da mucha tranquilidad. Al principio mi madre me llamaba llorando, muy preocupada para ver cómo estaba y yo podía decirle que estaba muy bien gracias a Cáritas. Estoy muy agradecido y si necesitan de mí cualquier cosa voy a estar ahí para colaborar con lo que haga falta. Soy muy creyente y le doy gracias a Dios por esta oportunidad y también a toda la gente de Cáritas que me ha ayudado en todo este proceso.
¿Qué consejo darías a las personas que estén en tu situación?
Que aprovechen cada minuto en formarse y aprender, porque se aprende demasiado. Hay que ser positivo y tener fe, siempre aparece alguien que se pone en tu lugar y que te da la mano, y en Cáritas miran a todas las personas por igual, tienen esa cualidad de acompañarte sin ningún interés, además de mucha paciencia y una personalidad especial para ayudar a la gente que lo necesita. Es muy bonito sentirte acogido y aprovechar esa oportunidad con todas las ganas. Me voy con la cabeza alta, agradecido y con la sensación de que el hueco que dejo lo va a poder aprovechar una persona que lo necesite más que yo ahora mismo.