23/12/2020

Un corazón que ve

Desde el corazón de Cáritas que cuida cada día del “tesoro de la Iglesia”, que son los pobres, os deseo una bienaventurada Navidad.

 

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Hoy y siempre, si nos tenemos que apresurar hacia algunas cosas, es hacia las cosas de Dios. Las cosas de Dios son las que en verdad merecen la pena y son lo esencial de nuestra vida cristiana.

Es lo que he querido plasmar en la acuarela que tienes ante tus ojos, las cosas de Dios que he pintado durante el tiempo de Adviento. Unas pinceladas de color azul, amarillo y negro sobre un fondo blanco, limpio y puro.

Aquella noche, cuando los pastores estaban a la intemperie, el ángel les indicó que encontrarían a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Encuentran al Señor del mundo. Un niño envuelto en pañales. Por ello he pintado al Niño Jesús en los brazos de su Madre la Virgen María, Madre de Dios, ayudada por san José, el “hombre justo” (Mt 1,19), padre amoroso y padre de la ternura. María sentada y José de pie en actitud de trabajo, activo, no simbólico.

Pero volvamos a la imagen. Hoy Cáritas, y en estos días, estamos viendo, viviendo y llorando la tragedia de tantos inmigrantes que vienen desde la intemperie del mar a las costas de Canarias. Una imagen que Cáritas arrebuja y acoge con calor en la vida de las personas sin hogar o con techo, pero en soledad, en este tiempo de la tremenda pandemia.

La Virgen no está sentada en un sillón, sino en un asiento del establo, en los restos de lo que fue un pesebre. Ahí está Ella, recogida, junto a su esposo y recogiendo a su hijo, el Hijo de Dios. Así está haciendo Cáritas, día y noche, con sus trabajadores y sus más de mil quinientos voluntarios en nuestra diócesis de Getafe.

El coronavirus, en medio de todas las medidas que nos piden las autoridades sanitarias, no evita la presencia compasiva, que no indiferente. Es la presencia de san José; una presencia creíble, auténtica…Una presencia ayudadora que dignifica y genera libertad. San José aparece como una figura alta y al mismo tiempo inclinada para poder ayudar y echar una mano.

Los pastores vieron el gran signo: la pobreza de Dios. Un niño. Una criatura débil, frágil, envuelta en pañales. Lo he querido pintar como un niño al que apenas se le ve la cabeza y un brazo. Pero ahí está nuestra Salvación, es el Enmanuel, el Dios con nosotros. Así hace, se afana, a tiempo y destiempo, Cáritas; a todas horas anunciando la Buena Noticia del Evangelio a los pobres, los últimos y los necesitados.

Sobre ellos, un círculo amarillo, el Sol que brilla de lo alto anunciando, exclamando que ahí está el Salvador, el Mesías, el Señor.

Jesús, María y José, Sagrada Familia, una Familia que nos enseña a confiar siempre en Dios y actuar en medio de nuestra debilidad y fragilidad, porque Dios siempre va delante y somos suyos. Y en medio de este gran Misterio: un corazón, el Corazón de Dios que es el corazón de la caridad. Un corazón que ve dónde se necesita amor y actúa en consecuencia. Ese es el programa del cristiano y en la diócesis de Getafe de modo particular y concreto en este Año de la Caridad.

“Del Verbo divino,

la Virgen preñada viene de camino,

si le dais posada”

(San Juan de la Cruz)

¡Feliz y Santa Navidad!