La trata de personas es una realidad de esclavitud en el siglo XXI. Más del 70% de las víctimas son mujeres y niñas, en su inmensa mayoría con fines de explotación sexual.
En la prostitución, la violencia contra la mujer es una constante que atenta contra su integridad y derechos.
En Cáritas acompañamos en el último año a más de 3.000 mujeres que se encontraban en contextos de prostitución.
Más del 80% de las familias monoparentales en España están encabezadas por mujeres. Muchas madres se encuentran en la tesitura de tener que elegir entre trabajar o cuidar, lo que condiciona su estado de marginalidad y el de los menores.
Además la violencia machista tiene un impacto mayor en las mujeres en situación de pobreza y exclusión social.
Actualmente desarrollamos 28 proyectos que atienden a más de 4.000 mujeres.
Diversas investigaciones indican que la alta frecuencia de problemas de salud mental está asociada, fundamentalmente, con la pobreza, bajos niveles educativos, desestructuración social y desempleo.
Las diferencias socioeconómicas entre sexos (menores salarios y mayor precariedad laboral de las mujeres) influyen especialmente en la salud mental de las mujeres, así como la desigualdad producida por la distribución patriarcal de tareas.
Las mujeres del ámbito rural se enfrenten a una mayor precariedad laboral, infrarrepresentación en la toma de decisiones y peor conciliación familiar.
Trabajamos para favorecer la creación de espacios de empoderamiento e igualdad con grupos de mujeres, en los pequeños municipios, que sirven como un espacio propio para aprender, compartir y convivir.
Entre los colectivos más afectados por el desempleo se encuentran las mujeres y las personas en situación de exclusión social.
Las mujeres sufren segregación horizontal y vertical. Además, el trabajo domestico sigue recayendo principalmente en ellas por lo que se enfrentan a doble carga de tareas.
En nuestros programas de empleo atendemos cada año a más de 60.000 persona, más del 60% son mujeres. La baja cualificación y autoestima, la doble carga laboral-familiar y las limitaciones digitales hacen necesaria una atención integral de cara a la plena incorporación al mundo laboral.
Las personas con discapacidad visual en Bolivia sufren numerosas barreras para la incorporación laboral tanto por la falta de formación y capacidades como por la ausencia de oportunidades.
En el caso de las mujeres esta realidad se acentúa por sufrir doble vulnerabilidad, tanto por su discapacidad visual como el hecho de ser mujer y estar relegada a trabajos domésticos.
Apoyamos en Bolivia a 287 mujeres ciegas o con discapacidad visual. En su mayoría son madres solteras, que viven en infraviviendas y que cuentan, como único recurso, con una pequeña ayuda del gobierno.