20/03/2025

Un voluntariado donde la «escucha es la tarea principal»

Voluntarias del programa de mujer, "Juntas Avanzamos", comparten cómo viven a nivel personal su voluntariado con mujeres en contextos de exclusión.

Auxi Ruiz y María José Nájera son voluntarias del programa de mujer de Cáritas Diocesana, «Juntas Avanzamos». Forman parte de esta iniciativa desde su motivación por ayudar a otras personas, en este caso a mujeres, en su proceso personal. Acompañarlas, y de la mano, impulsarlas a recuperar las riendas de su vida y conquistar sus objetivos.

 

Auxi forma parte de este proyecto de acompañamiento a mujeres de la Diócesis desde hace más de 19 años. Por su vida han pasado muchas mujeres en los talleres y con cada una ha compartido parte de su corazón y sus ganas. A la vez, se ha visto impregnada por el sufrimiento de cada una de ellas pero también de sus ganas y de su afán de superación. 

Las que me conocen saben que mi voluntariado en Cáritas surge de mi compromiso cristiano descubierto a lo largo de mis experiencias sobre todo las no tan buenas.

Los derroteros de la vida me llevan a descubrir las necesidades que tenemos las mujeres y a darme cuenta que las empobrecidas no son capaces de encontrar las herramientas que todas necesitamos, si no son acompañadas. Así mi voluntariado en Juntas Avanzamos, primero en primera línea desde la parroquia y ahora apoyando las actividades comunes, me hacen ir aprendiendo como puedo poner mi granito de arena para llegar a que las mujeres sean libres y no solo con independencia económica sino en todos los ámbitos de sus vidas.

Me parece que este año Jubilar de la esperanza, es el momento idóneo para luchar por el discipulado de iguales. Igualdad en oportunidades, en la toma de decisiones, y en tantas otras cosas que las mujeres tenemos más difícil, pero que como cristianas esperamos que se haga realidad con la ayuda del Espíritu.

María José es voluntaria de los talleres de mujer de la Cáritas parroquial de San Pablo. Comenzó hace ya 20 años y, sin duda, esto ha supuesto un antes y un después en su vida, como el que ella ve en cada una de las mujeres que le comparten sus vivencias. Ha encontrado un espacio donde hacer honor a su condición como cristiana, siendo sostén y abrigo de las demás. 

Como cristiana, cuando me invitaron a colaborar como voluntaria en un taller de alfabetización en la parroquia, pensé que era una bonita ocasión para estar más cerca de las personas más desfavorecidas, “los preferidos de Jesús».

Una tarea que empecé con ilusión y temor a la vez… que con el tiempo he ido descubriendo y viviendo como una gracia.  Situaciones que me han interrogado y que me han enseñado a mirar de otra forma, a aceptar, a respetar y a no forzar los tiempos.

Las cosas han ido cambiando y ahora desempeño la tarea de acompañar en un taller de costura-labores (junto con tres educadoras), donde la escucha es tarea principal, vemos que es lo que más necesitan, un espacio donde ellas se puedan expresar en libertad, donde ser protagonistas.

La costura en sí, es el medio de convocar y reunirse y desde ahí se les ofrecen otras actividades conjuntamente con otros talleres de mujer de otras parroquias que les da la oportunidad de hacer cosas que por sí solas no harían dado el contexto social en el que viven, actividades de carácter lúdico-cultural, talleres de salud integral, habilidades sociales…siempre con una actitud muy participativa y que aprovechan muy bien. Y así nos lo hacen saber en sus comentarios y evaluaciones.

Nos despejamos de los problemas, salimos de la rutina, aprendemos cosas nuevas, hacemos grupo de amigas, nos apoyamos mutuamente, regresamos a casa con otra alegría….  Me llama mucho la atención la generosidad entre ellas a pesar de sus dificultades.

Después de tiempo en el proyecto ellas notan y nosotras también el cambio dado en sus vidas, hay un antes y un después, mejoran las relaciones sociales, la manera de comunicarse… 

Entre todas hacemos equipo.  Merece la pena