La Navidad marca un punto de inflexión en nuestras vidas más allá de las creencias religiosas. El marketing navideño visible desde hace varios días, y la explosión de bondad y generosidad que se ha movilizado frente a la DANA, nos sitúan en un tiempo de Navidad anticipado.
Sin hacernos del todo conscientes, hemos sido testigos del nacimiento de Dios en cada brote de donación, de entrega y de solidaridad.
Los cristianos celebramos que Dios nace y sigue naciendo en medio de nuestra realidad, sea cual sea, como uno más de nosotros, y nos muestra su amor incondicional a través de infinitos gestos que anuncian vida y esperanza para la humanidad.
Somos conscientes de que vivimos tiempos complejos en los que se hace difícil mantener la esperanza a flote. La tragedia causada por la DANA nos duele; la amenaza del olvido ante el caos provocado a tantas familias por las inundaciones planea sobre nuestras conciencias; las guerras en Ucrania, Gaza, Libia y Sudán nos desasosiegan, quizás con más intensidad que otros conflictos por la cercanía; el éxodo de personas cada vez más jóvenes que llegan a nuestras islas y costas nos desarman las respuestas; la desesperación de no tener vivienda, ni trabajo, ni perspectiva de un futuro digno que viven tantas personas y, en especial, los jóvenes de nuestro país, ahogan de impotencia nuestro anhelo de esperanza, y pueden convertir esta Navidad en una auténtica “cuesta de enero”.
Sin embargo, la labor que realiza Cáritas a través de todas las personas que participan de miles de formas en todos sus proyectos e iniciativas, dan fe de que la esperanza es el horizonte que nos salva de la mediocridad, la indiferencia o la impotencia ante el dolor que no podemos evitar y apenas restaurar.
Se trata de una esperanza activa y comprometida que se conjuga con tres verbos: estar, permanecer y acompañar. Son tres acciones que nos sitúan en la lógica de un Dios que se hace presente en pleno siglo XXI, de la misma forma que lo hizo hace más de 2.000 años: en el lugar de los márgenes, en la oscuridad de la pobreza y la impotencia, en la sombra de lo que parece no importarle a nadie.
La generosidad de la sociedad abre camino a la esperanza
En Navidad no sólo se consume más, sino que también se comparte mucho más. La Campaña de Navidad es, junto a la del Día de Caridad (Corpus Christi), una de las dos ocasiones del año en las que Cáritas lanza a la sociedad una invitación expresa a la colaboración económica para sostener el trabajo que realizan las 78 Cáritas parroquiales de toda nuestra Diócesis y los diferentes programas y proyectos.
La colaboración privada es uno de los pilares fundamentales que permiten a Cáritas desarrollar su misión y ofrecer oportunidades de vida digna a miles de personas en situación de gran vulnerabilidad. En el último ejercicio, Cáritas Diocesana de Asidonia-Jerez destinó 3 millones de euros para acompañar a 18.956 personas con problemas crecientes de desempleo, ingresos, vivienda y salud. Este importante esfuerzo económico fue posible gracias a la generosidad de numerosos socios, donantes y colaboradores privados, que aportaron 2 millones de euros.
Por ello, un año más desde Cáritas llamamos a la solidaridad para poder seguir ofreciendo oportunidades de vida digna a muchas personas y familias en situación de exclusión social.
Para canalizar esta llamada a la solidaridad, las donaciones pueden realizarse a través de nuestra web
www.caritas.es/jerez Esta plataforma digital permite realizar aportaciones de una forma rápida, sencilla e intuitiva, a través del botón
DONA. Cáritas Diocesana también ha habilitado un número de cuenta:
BBVA ES67 0182 3240 0100 0021 3191 y otro de Bizum: 00315. Asimismo, para más información, contamos con un número de teléfono de información
956 066 345.
Aprovechemos la oportunidad de vivir una Navidad mejor, más cercana a quienes nos necesitan, más generosa y solidaria, porque quizás sea la única forma de construir y hacer real la esperanza.