Cáritas Diocesana alerta sobre cómo la exclusión social es causa y consecuencia de enfermedades de salud mental
Las problemáticas en este ámbito están aumentando vertiginosamente entre las personas que acompaña la entidad como consecuencia de una realidad de sufrimiento prolongada.
En el día en el que se conmemora el Día Mundial de la salud mental, Cáritas Diocesana pone el foco en cómo la exclusión social aumenta los riesgos de experimentar trastornos psicológicos a la vez que éstos aumentan el riesgo de exclusión, configurando un proceso en que las dificultades pueden llegar a ser crónicas. El último informe FOESSA Andalucía refleja que las situaciones de desigualdad social se producen con más frecuencia entre las personas que tienen un diagnóstico de enfermedad mental. En el caso de Andalucía, la tasa de exclusión social entre las personas que no declaran un diagnóstico de este tipo es del 25,9%, mientras que alcanza un 34,0% entre las personas que sí tienen un diagnóstico de trastorno psicosocial. También puede observarse cómo mientras entre las personas que no tienen diagnóstico de enfermedad mental la exclusión severa representa el 52% de todas las situaciones de exclusión, entre las que sí lo tienen esta supone un 62%.
Y es que la acción de Cáritas se sitúa en contextos de vulnerabilidad, en los que las personas viven de manera prolongada el sufrimiento ocasionado por las estructuras y sistemas injustos, el aislamiento social, la violencia, el desempleo, la soledad, falta de hogar, dificultades económicas… Todas estas situaciones estresantes conducen a la falta de sentido y esperanza y conforman una realidad que dificulta lo que la OMS define como buena salud mental: “un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.
Ante ello, la entidad invirtió durante el pasado año más de 83.000 euros al ámbito de la salud, que se materializa no solo como en la compra de medicamentos o artículos sanitarios, sino en el pago de terapias o tratamientos y puso en marcha 1.084 acciones enfocadas a garantizar la salud, tanto física como mental y emocional, de las personas que llaman a la puerta de Cáritas.
Una problemática que impacta en colectivos vulnerables: mujer, sin hogar y joven
Desde la radiografía que arroja el trabajo de Cáritas en el territorio, y con diversos colectivos vulnerables, se observa que el perfil de las personas más afectadas por trastornos de tipo psicológico es de mujer, mayormente joven y que se agrava aún más en los casos de personas en situación de sin techo o sin hogar.
Desde el proyecto de infancia y juventud, denominado Imagina, se observa el incremento de chicos y chicas, con edades comprendidas entre los 6 y 17 años, que presentan problemas en el ámbito de la salud mental, especialmente asociados a la imagen distorsionada que se presenta de la realidad en redes sociales, lo que acarrea la falta de aspiraciones y expectativas. Ante ello, desde Cáritas se financian terapias psicológicas y se realiza un continuo acompañamiento a las familias de un modo integral, entendiendo que el entorno del menor es pieza fundamental en la intervención en este ámbito.
Otro de los colectivos más afectados es, sin duda, las personas en situación de sinhogarismo, especialmente las que se ven abocadas a la calle. En estos casos, si no sufría anteriormente un trastorno de tipo psicológico, la acumulación de situaciones estresantes que provocan la pérdida de su vivienda, entre otras, traen como consecuencia enfermedades de salud mental. Asimismo, en los casos de personas o familias que sufren en su hogar una situación de infravivienda, soportar cada día este estado suele acarrear problemas o trastornos ante la sensación de impotencia y desgaste emocional. Ante ello, nuestro recurso para personas sin hogar, el centro de día “El Salvador”, realiza una intensa labor de acompañamiento de personas que no tienen un hogar, que se complementa con viviendas semituteladas, y se realizan las derivaciones pertinentes. Además, desde las Cáritas parroquiales se ofrece respuesta a las necesidades en el ámbito de la vivienda, pero especialmente se potencia la escucha activa en la acogida, uno de los pilares para Cáritas desde que la persona acude a la entidad.
En nuestro programa de mujer, “Juntas Avanzamos”, observamos que es otro de los rostros que sufre en mayor medida esta situación de vulnerabilidad. El volumen de carga física y mental, de responsabilidades, así como la falta de recursos y los conflictos familiares, suele acarrear problemáticas psicosociales. Para ello, se apuesta por promover el autocuidado y la gestión emocional de las participantes a través de talleres grupales (movimiento expresivo, meditación, mindfulness…) enfocados a empoderarlas proporcionándoles herramientas para cuidar de sí mismas y gestionar sus emociones de forma saludable. También se ofrece apoyo a determinados casos más vulnerables con terapias individuales o ayuda psicológica.
Un cambio de mirada y educación en valores
Desde Cáritas apostamos por un acompañamiento personalizado e integral, poniendo el foco no solo en la necesidad o demanda concreta, sino mediante una perspectiva transversal de su realidad, entendiendo como se indicaba antes, que, sin salud física, emocional y mental, se verá incapacitada para acceder a una vida autónoma y, ante todo, digna.
También creemos en la importancia de la educación en valores, sabiendo que la sociedad actual se mueve a un ritmo muy rápido, pero priorizando el crear vínculos, favorecer redes de relación inclusivas y potenciar las capacidades y potencialidades de las personas, para lograr su empoderamiento y su participación social.
Desde Cáritas Diocesana insistimos en que son necesarias medidas urgentes por parte de la Administración para amparar a las personas con esta problemática. También hacemos hincapié en la importancia de frenar las estructuras y mecanismos que favorecen la exclusión social, entendiendo que son causa y consecuencia de que la salud mental de las personas que acompañamos se vea mermada. Y para ello se valora como necesario salir al encuentro de las personas descartadas, adecuando nuestras estructuras organizativas y reorientando nuestras estrategias para seguir acogiéndolas y acompañándolas en su proceso de sanación, de recuperación y de desarrollo para acceder a una vida digna.