«Promover una nueva civilización del amor y la solidaridad», apuesta de Cáritas en América Latina y el Caribe
Mensaje final del XIX Congreso celebrado en Honduras.
Al finalizar el XIX Congreso Latinoamericano y del Caribe que se celebró en Valle de Ángeles, Honduras, entre el 3 y el 7 de febrero bajo el lema “Iglesia en salida que Transforma y Cuida la Casa Común”, los representantes de las 22 Cáritas de la Región reafirmaron su compromiso de “seguir acompañado a nuestros pueblos, especialmente a los más vulnerables y a cuidar la Casa común”.
Durante los cinco días de encuentro, que contó también con la participación de representantes de Cáritas Internationalis, Cáritas Europa y Cáritas Española (que estuvo representada por su delegado episcopal, Vicente Martín Muñoz, y la directora de Cooperación Internacional, Eva Cruz), los participantes compartieron sus reflexiones en el marco de diversos talleres monográficos de trabajo dedicados a cuestiones como Migración, Cuidado de la Casa Común, Violencias, Gobernabilidad y Corrupción, Nuevas Economías y Fortalecimiento de las Cáritas parroquiales y diocesanas.
Al término de las sesiones, se aprobó el siguiente mensaje final.
Mensaje final del XIX Congreso Latinoamericano y el Caribe de Cáritas
UNA RESPUESTA DE CARIDAD AL CLAMOR DE NUESTRO PUEBLO
A nuestra amada Iglesia que peregrina en el Continente Latinoamericano y el Caribe:
Con el lema “Iglesia en salida que Transforma y Cuida la Casa Común”, nos hemos reunido en Valle de Ángeles, Honduras, los Obispos Presidentes y Directores Ejecutivos de las Cáritas de América Latina y del Caribe, con Delegados de las mismas, para celebrar el XIX Congreso de Cáritas de la Región.
Escuchamos el clamor de nuestro pueblo
Hemos experimentado la presencia del Espíritu de Dios y la fuerza de nuestros Mártires para discernir la realidad de dolor y sufrimiento de nuestro pueblo pobre que experimenta los rigores de la exclusión, el hambre y la miseria; la falta de oportunidades para el desarrollo; la migración forzada; la trata de personas, la fragilidad democrática, como fruto de la corrupción; el extractivismo voraz que daña y destruye la Casa Común y otros males causados por el egoísmo de un modelo económico que reduce al ser humano a la categoría de consumidor, descartable, en caso de no responder a las exigencias del mercado.
Estas realidades, entre otras, que producen dolor y sufrimiento, no son queridas por Dios ni están contempladas en el proyecto del Reino de Paz, Justicia y Amor. El proyecto del Padre es que, en Jesucristo, nuestros pueblos tengan vida y la tengan en abundancia (Jn 10,10).
Discernimos a la luz del Evangelio y del Magisterio de la Iglesia
Con gran alegría hemos recibido el mensaje del Papa Francisco a nuestra XIX Asamblea. El Santo Padre, con profundo sentimiento latinoamericano, nos dice que nuestros pueblos de América Latina claman en medio de tantas injusticias y violencia sufrida. La Iglesia no puede tener oídos sordos ante este clamor. No escuchar el clamor de los pobres nos sitúa fuera del proyecto del Padre, porque nosotros somos los instrumentos para la liberación de nuestro pueblo (Cfr. EG, n. 187).
La Iglesia debe seguir emprendiendo el camino del reconocimiento de las situaciones de dolor que padecen nuestros pueblos, saliendo permanentemente al encuentro de la realidad sin tener miedo a experimentarse “accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes de aceptar el ser Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades” (Evangelii Gaudium, n. 49).
En su mensaje, el Papa subraya que la Iglesia en salida es una comunidad que transita esos caminos de reconocimiento personal y comunitario para que pasen de la desazón a la alegría, de la falta de entendimiento, al diálogo comprensivo; de la desunión a la comunión.
Asumimos la invitación que nos hace el Papa Francisco para que Latinoamérica se abra al camino de la paz y del desarrollo integral de su gente, porque su rostro está herido por tanta violencia.
Siendo un problema estructural de la sociedad, la violencia encuentra un terreno fértil en ese no reconocernos como hermanos y hermanas en el camino, ni en la misma casa común, ni al partir el pan.
En este contexto, la misión de Cáritas es promover una nueva civilización del amor y buscar la solidaridad. Participar de la vida social nos hace artesanos de nuestro destino común y cuidadores de los dones recibidos y transformadores de un futuro libre de violencia.
Asumimos nuestro compromiso como Cáritas
Escuchando el clamor de nuestro pueblo y teniendo en cuenta el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia, actualizada por el Magisterio del Papa Francisco, nos comprometemos a:
Defender y promover la primacía de la Persona Humana y el lugar prevalente de los Derechos Humanos en nuestro quehacer pastoral.
Cuidar la Casa Común y defender la vida en todas sus formas y en todas sus etapas, desde un compromiso con una Ecología Integral y el resguardo de las culturas y la Espiritualidad de los Pueblos Originarios.
Trabajar por una Democracia orientada por los valores humanos y que suscite el discernimiento, la participación y el compromiso de todos como ciudadanos y como miembros de la Iglesia.
Contribuir con nuestra sociedad para revertir el flagelo de la corrupción que afecta la Gobernabilidad en nuestros pueblos y trabajar por la realización del bien común, aún en aquellos países en donde se vive la ingobernabilidad.
Promover y acompañar iniciativas de paz y de atención a las víctimas de los conflictos en los países y regiones en los que prevalece la violencia.
Propiciar una economía con rostro humano donde prima la dignidad de la Persona Humana en el marco del cuidado de los bienes de la Casa Común de todos.
Ser una Iglesia Samaritana para dar respuesta al fenómeno migratorio que afecta a millones de personas en la región.
Fortalecer Institucionalmente la Pastoral Social–Cáritas de nuestra región, acompañando a las más débiles, para ejercer el servicio de la Diakonía, promoviendo el Desarrollo Humano Integral a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia y animada por una espiritualidad encarnada en la cultura de nuestros pueblos.
Expresamos nuestra gratitud
Hemos vivido días intensos de fraternidad y solidaridad, acogidos por nuestros hermanos y hermanas de la Cáritas de Honduras a quienes expresamos nuestra gratitud por el servicio que nos han brindado para sentirnos en casa. Nuestra gratitud también a Cáritas Internationalis, al SELACC y a las Cáritas hermanas de Europa y América, que han colaborado para vivir un Congreso con un gran sentido de familia, solidaridad y en espíritu de comunión.
Nos solidarizamos con nuestros pueblos hermanos de Venezuela y Nicaragua a través de la oración y en el respaldo por sus procesos de fe, que en estos momentos iluminan su caminar en la historia, con la certeza de que pronto obtendrán los frutos anhelados en el respeto por la dignidad de cada uno de sus hijos en la cabal observancia de los Derechos Humanos.
Regresamos a nuestros países y a nuestras Iglesias particulares fortalecidos para el cumplimiento de nuestra misión de trabajar por otro mundo necesario y posible, según el proyecto de Dios. Pedimos la bendición de Dios misericordioso y la protección de María Santísima, nuestra Señora de Suyapa, la Morenita, quien en su festividad nos acogió maternalmente en su tierra, Honduras.
Encomendamos nuestra labor a la intercesión de los Santos y Mártires de nuestra América Latina y el Caribe, en especial a San Oscar Arnulfo Romero.
Valle de los Ángeles, Honduras, 7 de febrero de 2019.