Noticia12/07/2024

“Si la Iglesia católica no puede ayudar a la población haitiana, no hay ningún otro camino para solicitar apoyo”

JEAN BERNADIN PAUL, sacerdote, durante 8 años, de la diócesis de Jeremie (Jeremías) en Haití

¿La Iglesia constituye un pilar fundamental en la vida social de los haitianos?

La diócesis de Jeremías es una diócesis con más de 500.000 habitantes, la mayoría de los cuales son niños y jóvenes. La participación de la diócesis en la vida social de la gente es grande.

La situación se está volviendo muy difícil por la crisis política y económica, y por la inseguridad. Las personas acuden a las parroquias porque son las que pueden ayudar a las familias más vulnerables, hay una demanda de ayuda muy grande. Muchos menores no van a la escuela lo que supone, abusos sexuales, malnutrición, embarazos no deseados de adolescentes y vagabundeo. Si los alumnos saben que no les dan de comer, en las escuelas, no van y quedan en la calle. En las escuelas presbiteriales, la Iglesia o los párrocos buscan ayudar para dar a comida y para pagar a los profesores. Hay más de 60 escuelas que dependen de la diócesis de Jeremías y 20 centros de salud.

La salida de las personas que viven en la capital, Puerto Príncipe, a consecuencia de la inseguridad que generan las bandas criminales, hace que las necesidades en la diócesis de Jeremías aumenten y cada vez más personas pidan apoyo en las escuelas presbiteriales y en los centros de salud de la Iglesia. La Iglesia es la última esperanza de la población y ellos tienen mucha confianza en la Iglesia. La iglesia católica hace todo lo que está en su mano para ayudar y proclamar el evangelio con palabras y con obras, hechos, dando testimonio del amor de Cristo por los más pobres entre los pobres. En Haití si un párroco no tiene capacidad para ayudar a la gente, en el centro de salud, en la Iglesia, en la escuela o en el centro parroquial no es un buen párroco. El estado no tiene recursos para ayudar a la gente. Si la Iglesia católica no puede ayudar no hay ningún otro camino para pedir apoyo.

¿Cómo es la situación actual de la Iglesia y los párrocos que están en esa zona?

La situación es muy difícil. En Haití el párroco lo es todo. Hay discusiones y problemas entre la comunidad y el párroco hace de mediador de paz y de negociación. La Iglesia es la institución que más confianza da a las personas, porque no hay gobierno y cuando lo ha habido ha sido muy corrupto. La presencia del párroco es una salvación para la población. La Cáritas de la diócesis de Jeremías funciona, pero con recursos limitados. Cuando alguna organización llega para hacer un proyecto pasa por Cáritas o por el Obispado, que conocen la situación de cada parroquia y colaboran en hacer la división de proyectos de asistencia a la población por parroquias. Toda persona que está viviendo en Haití tiene miedo. Tu destino depende de la voluntad de los bandidos.

¿La vida social es mejor en las zonas rurales que en la capital?

El problema de Haití es que todo se centra en la capital, Puerto Príncipe y los bandidos controlan las carreteras, las rutas, los caminos… y todo está bloqueado. Por eso la situación rural también es complicada. Hay mucha movilidad, mucha gente que se va a las zonas rurales, pero cuando hay enfrentamiento de la policía o de ejércitos internacionales que vienen a ayudar con los miembros de las bandas, éstos también huyen a esos pueblos.

¿Qué solución hay para la situación que vive Haití?

En primer lugar, con mucha seguridad en el país, social y económica para la vida de la gente. Hay muchas organizaciones que han trabajado en Haití con esta situación, pero tiene que cambiar la seguridad para que puedan seguir trabajando allí. Lo principal es que las bandas criminales pierdan el control sobre la vida de la gente.

A nivel internacional necesitaríamos buscar un ejército que resulte de la unión de muchos países para intervenir. Hace años hubo presencia de una misión para la paz, pero no funcionó. Ahora esperamos un grupo del ejército de Kenia para ver si la situación pueda mejorar. La policía es la única que hace frente a las bandas, pero mucha ya es corrupta, asegurándose su propia seguridad. 

¿Con qué actitud sobrelleva la población esta situación?

Los haitianos tienen ganas para vivir. En las debilidades, en el sufrimiento, en el dolor… podemos ver también alegría. Es una cosa que me apena, la población haitiana quiere vivir con cosas sencillas, solo con lo necesario. Podemos ver alegría y esperanza en la cara de la gente, solo con cosas sencillas como tener la posibilidad de comer ese día. Por eso yo me pregunto si los gobernantes, que tienen la responsabilidad de cuidar a esta gente, tienen la conciencia tranquila. No son buenas personas, usan a las personas para sus intereses.

¿Cuánto tiempo lleva aquí y cuáles son sus planes de futuro?

Llevo 9 meses aquí. Me siento bien aquí, con mucha tranquilidad y estoy aumentado mis conocimientos de teología en la Universidad Pontificia de Salamanca. Con más conocimientos podemos ayudar más. También necesitaba un poquito de tranquilidad porque 8 años en una parroquia, en la que a cada momento tocan la puerta para pedir ayuda y en un país en el que constantemente tienes que buscar apoyo en amigos, como mis amigos de Estados Unidos, para que por favor nos ayuden a pagar a los profesores, para adquirir medicamentos… es muy difícil.

El Obispo de Jeremías decidió que ampliase mi formación y ahora estoy en la Diócesis de Zamora durante 5 años en principio. Aquí estoy bien, aunque es inevitable pensar en lo que viven allí y lo que me cuentan mis familiares y amigos, no tengo el corazón tranquilo.